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Si hace poquito más de 3 meses me despedía de La Rosaleda (por tanto, de mi Málaga) de forma casi segura para toda la temporada (ya sabéis, me fui a Irlanda hasta el verano), la Navidad, la familia, la buena comida y todo lo que ello conlleva me han traído de vuelta a la capital de la Costa del Sol durante unos días antes de retornar al frío dublinés.

Sin embargo, más allá de las excelencias culinarias de mi señora madre o el reencuentro con familiares y amigos, una posibilidad me excitaba como nada para regresar en el escaso tiempo que tenía de vacaciones antes de regresar al trabajo: pocas horas después de mi aterrizaje en Málaga, mi equipo jugaba en casa y tenía tiempo para llegarme a verlo.

Así pues no me lo pensé dos veces, y pese al cansancio por haber pasado toda la noche anterior en el aeropuerto (con el agotamiento que ello conlleva), en cuanto pude me escapé a ver el choque contra el Real Sporting de Gijón, un duelo que se me presentaba muy atractivo por enfrentarnos a un club amigo de los que nos acompañó en el ascenso y con el que ya jugamos un partidazo la temporada anterior (resuelto 3-2 para el club malacitano).

Ya en La Rosaleda he de reconocer que el duelo no fue nada del otro mundo. Se les notó a ambos planteles el parón navideño, aunque el Málaga tuvo mayor atino y fruto de un gol de Lolo a balón parado (especialidad de la casa gracias al finísimo Duda) nos quedamos con los 3 puntos. De todas formas el Sporting no anduvo del todo mal, gozando de alguna ocasión que otra y demostrando que son un equipo de Primera con todas las de la ley (por cierto, sensacional el centenar de aficionados sportinguistas que hicieron acto de presencia en el encuentro).

Pero a lo que realmente quería llegar con esta historia es a la siguiente pregunta: ¿no sentís como que no habéis vuelto del todo a casa (sé que muchos de nuestros amigos y compañeros viven fuera) hasta que vais de nuevo a ver a vuestro equipo del alma? Para mi así ha sido, y aunque la experiencia es efímera (el jueves regreso a Irlanda), siento que vuelvo a la Isla Esmeralda llevándome conmigo un trocito de Málaga que no cabe en la maleta pero reconforta el corazón.

Un saludo a todos/as y Feliz Año 2009.

Pd: el de la foto es el “guiri” que lleva años paseando en cada partido una bandera malaguista (en esta ocasión era la de los Malaka Hinchas) por la grada de preferencia.

2 comentarios:

Martín dijo...

Guardate algo del calorcito malagueño(aunque sea invierno), que te va a hacer falta en Dublin, ji,ji...

Garrincha dijo...

Pues fijate que aquí está haciendo frío como siempre pero ahí abajo (en España) está habiendo una rasca tremenda jejeje

Lo que me fastidia es perderme los derbis andaluces en La Rosaleda, especialmente el partido contra el Sevilla :(

Un saludo!