Los aplausos a Benzema


Cuando, hace sólo unas semanas, Karim Benzema fue sustituido en la vuelta de la semifinal de Copa ante el Sevilla, el bar estalló en aplausos. Aplausos sarcásticos, tras un encuentro algo más que triste del delantero francés. En realidad, Karim no firmó uno de sus peores partidos aquel día: se desmarcó con inteligencia, combinó con sus compañeros de ataque, se demostró participativo; pero falló rozando lo ridículo en la función clave del ariete, el remate a puerta. Y, para colmo, su sustituto, Adebayor, apenas necesitó unos minutos para controlar un balón con pecho y disparar para conseguir su primer gol con su nueva camiseta. Obviamente, aquella celebración irónica en el bar era el resultado de la larga trayectoria negativa de Benzema en el Madrid, empeñado, como parecía, en derrochar sus grandes cualidades en un mar de desidia y empanamiento. Ya saben, las críticas y los apodos burlescos le llovían de todas partes: Benzená, Benzemiau, Monsieur Empané...

Un mes más tarde, a Karim las cosas le van mucho mejor: dejó su marca en el amistoso ante Brasil, vio puerta ante el Levante, marcó un decisivo gol en Lyon, anotó dos en la goleada que se llevó el Málaga y volvió a repetir ante el Racing. Y, como no podía ser de otra manera, los diarios se han llenado de artículos elogiando al delantero que (eso parece que hay que extraer de la lectura) mágicamente ha recuperado su velocidad, su potencia y su olfato de gol. Todavía más: la misma noche del partido de Santander, cuando todavía no deberían haberse apagado las luces del estadio, en un programa de RNE, se debatía incluso si Benzema podía llegar a ser Balón de Oro próximamente.

Historias como ésta se repiten en el mundo del fútbol y en nuestra vida constantemente, en ambas direcciones: Bojan, por ejemplo, era la estrella emergente por la que se pelearon las federaciones serbia y española y ahora muchos barcelonistas lo ven como un Peter Pan que nunca alcanzará el nivel de sus compañeros. O, ejemplo más vertiginoso aún, tras este último partido en El Sardinero, en el que el Madrid ofreció una buena imagen de fútbol de toque, surgieron quienes planteaban, como se refleja aquí, que el equipo jugaba mejor sin su mayor estrella, Cristiano Ronaldo. Y, como ellos, cientos de jugadores (me vienen a la cabeza muchas promesas wengerianas) que son encumbrados a la gloria o criticados sin misericordia de acuerdo a lo sucedido en la última jornada.

El fútbol vive en un movimiento constante y frenético en el que, en ocasiones, lo primero que se pierde es la memoria y la calma. En ello culpables somos todos, empezando por los aficionados que vemos el peligro inminente del descenso tras cada derrota y nos desbocamos después de cada victoria. Pero no vendría mal un poco de pausa, reflexión y mirada a largo plazo: a fin de cuentas, sólo en un partido interactuán 22 tipos, con la de miles de detalles que eso conlleva y que difícilmente podemos asimilar. Solemos elaborar elegantes crónicas y pontificamos con rotundidad sobre éxitos o fracasos cuando a estos solo los ha separado un larguero o un traicionero resbalón antes de un penalti decisivo, como bien saben Pinillos y Terry.
Esa necesidad de pausa y calma tiene sus razones éticas: librar a los demás y a nosotros mismos de juicios sumarísimos y sin apelación posible. Si no crees en ese tipo de cosas, también es una cuestión de lógica económica: habrá pocas empresas en el mundo que se decidan a comprar activos que valgan varios millones de euros y que no tengan un mínimo de paciencia para esperar a que den lo mejor de sí. Y si ni siquiera eso te sirve, piensa, como yo, por dónde nos metemos ahora los aplausos a Benzema.

2 comentarios:

Martín dijo...

Muy bueno Chimo, pero paciencia y fútbol cada vez parecen más antonimos.

Y claro, siempre hay gente como el representante de Ibra que no colaboran en que esto aminore...

http://www.as.com/futbol/articulo/raiola-ibra-protagonizara-todavia-traspasos/20110307dasdasftb_9/Tes

Garrincha dijo...

Recuerdo hace unos meses defender a muerte a Benzema, en su peor momento ... luego reconozco que llegué a perder la esperanza, aunque me alegra mucho que esté empezando a demostrar su calidad. Lo suyo, mismamente como lo de Bojan, me parece más un 'bloqueo' psicológico que otra cosa. Y por lo visto Mourinho lo está encauzando :)