Dos epicentros de emoción europea
La ventana de selecciones recientemente finalizada, la última en este 2025 y penúltima antes del Mundial del año que viene (que será en marzo), nos ha dejado un puñado de selecciones clasificadas a la Copa. También, un puñado de historias de esas que hacen tan especial al fútbol de selecciones. Irak acudirá al repechaje intercontinental tras apear a la selección global de Emiratos Árabes Unidos (chúpate esa, Al Mansour); Haití, en una situación sociopolítica terrible, teniendo que jugar lejos de su propio país, ha logrado el pase en CONCACAF tras 52 años de su anterior participación; Curaçao se ha convertido en la nación más pequeña de la historia en lograr billete, también en la Confederación de Centro/Norteamérica y Caribe; tras 28 años, tanto Austria como Noruega, ésta última goleando 1-4 en Italia, vuelven al gran escenario internacional. Todo ello merecía mención, como el regreso de Panamá, que hará acto de presencia por segunda vez tras su presentación en Rusia 2018 (pobre Surinám).
Hay más, pero solo nos quedaremos con estas dos, a las que vamos a dar apoyo con el vídeo de sus relatores narrando ese gol épico en el descuento que les permite a unos mantener vivo su sueño, a otros haberlo alcanzado por primera vez en este siglo. Como no, los primeros son los irlandeses, que hace una semana necesitaban dos triunfos altamente exigentes para poder acceder a la repesca. Comenzaron acabando con el invicto a Portugal, actual campeona de la Nations League y una de las favoritas a ganar el Mundial, a la que batieron 2-0 en Dublin con doblete de Troy Parrott. Ya el fin de semana, debían vencer en Budapest a una Hungría que les precedía en la clasificación, e incluso tenía posibilidades matemáticas de acceder directamente al Mundial si Portugal volvía a pinchar. Los magyares se adelantaron en dos ocasiones, aunque Parrott volvió a vestirse de super héroe, culminando su semana heroica con un gol en el descuento para el 2-3 de Irlanda que les dio el pase a la repesca europea.
Tras el festejo colectivo por el heroico gol del último minuto, Troy Parrott no pudo contener las lágrimas. Gracias por tanto.
Quedaba el gran colofón en Europa, que tras un lunes soso y un martes que se estaba desarrollando dentro de lo esperado, nos guardó un partido inolvidable en uno de los mejores marcos que ofrece este bendito deporte. Hampden Park acogió el que ya es un clásico de las eliminatorias mundialistas, entre una Escocia que necesitaba vencer para clasificarse, frente a una Dinamarca a la que le valía el empate.
El desarrollo ya lo sabéis, ¿no? Repasemos: chilena increíble, espectacular, alucinante de Scott McTominay nada más empezar para poner a la Tartan Army por delante. ¡¡¡¡COMO GRITA EL GOL LA HINCHADA ESCOCESA!!!! Impresionante. El choque se mantuvo así hasta el segundo tiempo, cuando el árbitro decretó penalti para la Dinamita Roja a los 55' de juego. Hojlund lo transformó, devolviendo la presión al cuadro local. Pero Dinamarca se quedó con uno menos pocos minutos después. Escocia apretó constantemente, volviendo a tomar ventaja a los 78' cuando Shankland anotó a placer tras un saque de esquina. Pero los escandinavos aún tuvieron la chance de equilibrar el marcador, al rematar Dorgu con un disparo ajustado a la red. Más que meritorio, teniendo en cuenta que en un ambiente hostil se sobreponían a la inferioridad numérica para alcanzar el objetivo.
Dinamarca pasó a defenderse con todo, frente a una Escocia volcada que entró en el descuento sabiendo que se le escapaba una ocasión histórica. El área danesa parecía un frontón, repeliendo todo ataque escocés, hasta que en el 90+3 Kieran Tierney agarró un balón suelto en la frontal para colocarla con rosca en la esquina, un esférico empujado por toda Escocia pese a que dos defensores y Schmeichel intentaron desviarla. Un golazo épico que daba, ahora sí, el billete para un Mundial que no saborean desde 1998. La fiesta en las gradas alcanzó el éxtasis, coronado por el 4-2 definitivo al anotar McLean su disparo desde el centro del campo, que batía al adelantado Schmeichel.
Húngaros y daneses aparte, ¿qué hincha de cualquier parte del globo no sintió una inmensa alegría viendo como Parrott y Tierney anotaban esos goles decisivos, extasiantes, ya históricos? Sería realmente bello que Irlanda lograse unirse a sus hermanos escoceses cuando en marzo se disputen las repescas. Hasta entonces, unos soñarán con lograr el pase definitivo, mientras los otros pensarán en los rivales del sorteo mundialista de diciembre.
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