Desvaríos: La Final de la Copa de Plata
Los muchachos aguardaban impacientes la llegada de la hora del partido repartidos entre las habitaciones del hotel y algunos de los salones. Quién más quien menos tenía en mente el desafío que les aguardaba a la noche siguiente. La zurda prodigiosa de Keisuke Honda , ese japones "finoestilista" que había vuelto de la lesión con el talento intacto en su bota izquierda, la potencia de la delantera formada por Vagner Love y, sobre todo, un Doumbia del que hasta pocos meses antes nunca habían oido mencionar ni su nombre, o el saber estar de los más veteranos de la escuadra enemiga, el guardameta Akinfeev o el rudo central Ignashevich . Y por supuesto, Dzagoev . Que ya les había amargado los dos partidos de liga. Pero trataban de emplear su cerebro durante esas horas previas en el hotel en cuestiones alejadas del trofeo que se jugarían esa noche. Los clásicos del equipo, como Ettori o Jaric , charlaban distendidamente con el delegado del equipo -su antiguo compañero de