La última Cenicienta no conocerá la Champions
No sé si ustedes lo habrán hecho alguna vez, pero yo hace muchos años creé mi propia lista de deseos futbolísticos que tengo que realizar en mi vida. Obviamente como los goles y los títulos no dependen de mí, sí que lo hace la posibilidad de viajar a esos estadios rodeados de misticismo por las leyendas que construyeron los clubes a los que admiro a lo largo y ancho del globo. Entre mis aspiraciones se encuentra acudir algún día a un Old Firm entre Celtic y Rangers en Parkhead, desgañitarme con la afición local en pleno 'You'll never walk alone' y festejar un triunfo católico. Sería extasiante, por lo que sueño con poder realizarlo un día. Ayer, aunque el viejo enemigo no estaba presente, hubiera sido un momento fabuloso para dejar atrás las viejas fábricas de Glasgow hasta llegar al coliseo verdiblanco, donde el fútbol es religión (nunca mejor dicho). Enfrente estaba el Shakter Karagandy , del que ya habíamos hablado aquí anteriormente. Los kazajos llevaban dos mese