Nations League 2023: España es campeona

Jordi Alba alza el trofeo para algarabía de sus compañeros

En España nos comimos una resaca de la época gloriosa 2008-12 bastante dura, en parte vergonzosa. La selección pasó de décadas de frustraciones a tiranizar el fútbol durante casi un lustro, repleto de una gloria inimaginable. Un triplete Eurocopa-Mundial-Eurocopa irrepetible por su enorme dificultad, además de por el brillo en el modo de facturarlo. Ni los títulos, ni la estrella cosida al pecho ni el cómo se consiguió nos lo arrebatará nunca nadie.

Sin embargo después de todo aquello tocó pasarlo mal. Brasil nos pintó la cara en la final de la Copa Confederaciones 2013, demostrándonos que mantenernos en la cúspide requería modificaciones. No se hicieron, siendo Países Bajos la que se vengó de la final del Mundial 2010 goleándonos 5-1. Después Chile nos derrotó (otra vendetta), apeándonos de Brasil'14, donde debíamos defender la corona. Tras eso, más fracasos en casi todos los ámbitos, con sorprendentes excepciones como la última Eurocopa (Italia nos eliminó en penaltis en semifinales) y la Nations League previa a ésta, en la que Francia nos derrotó en la final con un gol mal concedido a Mbappé.

Creo que muchas son las razones quizá no para festejar (sinceramente se trata de un título menor), pero sí para estar contentos y orgullosos: por un lado, once años sin tocar metal no son una barbaridad en un fútbol de selecciones en el que hay muchos contendientes en pocos torneos, lo que hace que las ocasiones sean muy escasas. Por otro, no vamos sobrados de palmarés. No es malo para nada, ya que somos una de las 8 selecciones campeonas del Mundo, además de poseer 3 Eurocopas (máximos ganadores, junto a Alemania). Por ello aunque evidentemente preferiría celebrar una Euro o un Mundial, incluso más que 10 Nations League seguidas, no le voy a hacer ascos a un título oficial que ya quisieran ganar otros muchos.

Puede ser el inicio de algo. La España de Luis Enrique fue un equipo muy competitivo, que adoleció en su final de alternativas desde el banquillo tanto tácticas como de perfiles que cambiasen el rumbo de los encuentros. Nuestra despedida del Mundial 2022 fue muy amarga, pero globalmente el ciclo con el técnico asturiano fue buenísimo. Creo que se puede rescatar lo mejor de aquello, dándole a su vez un voto de confianza a Luis de la Fuente, que quizá no me enamore personalmente, pero creo que se ha ganado el derecho a intentarlo tras éste éxito.

En cuanto a la actuación española en la fase final, ya hablamos la semana pasada del buen triunfo ante Italia. Mostramos más pegada ante la Azzurra, si bien ante Croacia nos fuimos entonando poco a poco, mostrando más colmillo en la prórroga. Sin acierto por un lado, sin suerte tampoco, ya que Ansu Fati vio como le sacaban bajo palos un remate que habría puesto a España en ventaja. 

El marcador no se movió en los 120 minutos de juego, por lo que los penaltis decidirían. Empezó lanzando Croacia, que transformó los 3 primeros con maestría. Lo mismo pueden decirse de los ejecutores españoles. Unai Simón detuvo el 4º con los pies, anotando nosotros el nuestro. Croacia empató... y Laporte envió el esférido al larguero. En la muerte súbita una gran atajada de Unai Simón dio una nueva ocasión a los de Luis de la Fuente, que no desaprovechó Carvajal para darle a España el título, dejando de nuevo con la miel en los labios a Croacia (subcampeona mundial en 2018), que todavía persigue su primer entorchado.

El título debe permitir a Luis de la Fuente cierto margen para trabajar con tranquilidad para obtener el pase a la Euro 2024, ligeramente comprometido tras la derrota en Hampden ante Escocia. La Tartan Army venció este fin de semana 1-2 a Noruega, que queda anclada con 3 puntos en otros tantos encuentros (mismos puntos que España, que solo ha jugado 2). 

Qué queréis que os diga, tras estos últimos días veo el futuro con mayor optimismo. Estamos lejos de aspirar seriamente a los títulos grandes, pero ya tenemos una selección decente con un trofeo sobre el que edificar el futuro.