El derby de Manchester, teñido de celeste

Un clásico —o derby, como prefieran— siempre representa algo especial. La presión por ganar es mayor y por consiguiente, los aplausos o silbidos se oyen con más fuerza, dependiendo de las circunstancias. En una nueva edición del partido que divide en dos a la ciudad de Manchester, el City derrotó al United por 1-0, en condición de local. No es un triunfo menor, por todo lo que representa vencer al eterno rival, aunque haber conseguido la tercera victoria en serie es lo más destacado para el equipo celeste. En cuanto al campeón defensor, las cosas no andan bien. Queda mucho camino por delante, pero los dos puntos sobre nueve posibles no son una buena señal.

Cualquiera que haya visto un compacto del partido podrá sacar la conclusión de que fueron los Reds quienes dominaron las acciones, y esto es completamente acertado. Los de Sir Alex Ferguson tuvieron mayor posesión de pelota, se hicieron fuertes en el mediocampo a partir de la notable tarea de Owen Hargreaves y obligaron a su rival a retroceder en el campo. Por el lado de los Citizens, acercarse a van der Sar era prácticamente imposible. Elano estaba desconectado, Geovanni no se amoldaba a jugar sobre la banda derecha y Emile Mpenza —reemplazó a Bojinov, lesionado antes de los cinco minutos— permanecía perdido entre los centrales rojos. Todo era a pedir del United, excepto por un pequeño detalle: no tenía cómo crear peligro. Los volantes recuperaban y distribuían, pero los delanteros nunca estuvieron en sintonía. A Tévez se lo vio muy sólo, Giggs no tuvo precisión y Nani demostró que todavía tiene que aprender a soltar la pelota a tiempo. En medio de la confusión del ataque visitante, llegó el gol del equipo favorito de los hermanos Gallagher. El ex Barcelona Geovanni sacó un violento remate desde afuera del área, ante la mirada de un estático Vidic, y la pelota se clavó contra el palo derecho de van der Sar, al ras del piso. Ventaja para los celestes, preocupación para el campeón y final del primer tiempo.

La segunda mitad del partido no dejó mucho para destacar. Tan solo un cuarto de hora fue suficiente para que Ferguson decidiera reemplazar al intermitente portugués Nani, quien terminó por exasperar a sus compañeros con sus erróneas decisiones. Pese al cambio, el conjunto rojo siguió careciendo de peso ofensivo. Apenas un remate de Giggs que Tévez no pudo conectar y un cabezazo que el delantero argentino desvió inexplicablemente adentro del área chica fueron las posibilidades para equilibrar el marcador. El final del partido dejó dos caras opuestas. Por un lado, la felicidad en el conjunto de Eriksson, que empezó la temporada de la mejor manera. Contrario a esto es lo que vive el United, porque Ferguson sabe que no es fácil reemplazar a las estrellas ausentes. Media ciudad de Manchester está feliz por un equipo que busca capitalizar una inversión millonaria.

Lo mejor:
La notable actuación de Micah Richards. Este defensor central, de sólo 19 años, fue la gran figura del encuentro. Rápido, siempre bien ubicado y seguro en la marca, fue una muralla que los delanteros del United nunca pudieron superar. Tiene un gran futuro.

Lo peor:
La falta de ideas en ataque del Manchester United. Muchas imprecisiones y poca voluntad para asociarse fueron las constantes a lo largo del encuentro. No ayudó el bajo nivel de Nani. El equipo sintió mucho la ausencia de un centrodelantero.