Disfrutando del lado friki de la vida

Hace unos días, me sorprendí diciéndole a un amigo que la distancia entre mi casa y la suya era de dos canciones. Sin darme cuenta, en los últimos tiempos, me he acostumbrado a medir la duración del tiempo a través de las melodías que voy escuchando en el reproductor.

En realidad esto no tiene (casi) nada que ver con lo que voy a contar, pero es en cierta medida un dato a tener en cuenta (entre otras cosas para entender los turbios procesos mentales por los que se rige últimamente mi cerebro).

Desde el pasado viernes, he salido todos y cada uno de los días de la semana. No en todos los casos se trataba de escapadas nocturnas, ni a los mismos lugares, ni con el mismo grado de grados de alcohol en mis venas. Pero es también de por si otro factor a tener en cuenta (que en pleno invierno ande de jarana casi continua no es precisamente mi norma…o no lo fue hasta ahora), y en este caso, si que esta relacionado casi directamente con el tema de este artículo (que por el momento tampoco creáis que esta muy claro para el autor del mismo eh…).

Y es que la historia que viene a continuación, transcurre, a intervalos, en uno de esos lugares de latrocinio por los que pululo sin pudor.

En la Manga del Mar Menor (que no es precisamente mi rincón favorito del mundo, mas que nada porque le sobran como 9/10 partes de lo que Allí se construyó), hay un bar.

Para contextualizar el asunto, es una especie de Pub británico, con la mayoría de los clientes de dicha nacionalidad, y con un encargado galés (Yan) que apenas habla castellano.

Había estado cientos de veces (y no exagero en la cifra) al lado del mismo, y nunca me había fijado en su existencia, hasta hace apenas un par de semanas.

Descubierto por un par de amigas y compañeras de trabajo (que lo han convertido en algo así como en la salita de estar de su apartamento), lo visite en un par de ocasiones (con mucha brevedad), para tomarme una sidra de barril (bebida que desde que la probé prefiero a la cerveza).

Pero fue el pasado domingo cuando realmente lo descubrí yo.

Tras trabajar por la mañana, acudimos allí un grupo de amigos a tomar el aperitivo. Un aperitivo largo, de un par de horas, porque al final no fuimos a comer hasta las cuatro. De hecho se podría decir que la comida fue apenas un entretiempo, porque tras terminar, volvimos a regresar al local.

¿Qué que hicimos? Beber (con moderación), oír música, hablar entre nosotros y…particularmente en mi caso, dar rienda suelta, de manera irrefrenable y como jamás lo había hecho en mi vida, a mi vena friki (futbolística).

Supongo que son muchos años de estar casi incapacitado para mantener una conversación sobre el fútbol que me gusta con casi nadie (mas allá de Internet me refiero), y alguna vez tenia que estallar eso…o tal vez no. Tal vez no si yo fuera la misma persona que era hace un año. Pero ahora, tras perder muchas cosas por el camino (y en la mayoría de los casos, contento de haberlas perdido), uno tiene menos vergüenza y mas ganas de “socializar”.

Para entender lo sucedido, debéis comprender que el local esta lleno literalmente de bufandas y banderines de equipos de futbol de las islas, pero no del arsenal o el Liverpool, sino del Accrington Stanley, el Cardiff City o el Queen Park (no, no el Rangers, sino el escocés).

Y allí, y ese día, yo, que en años apenas me había atrevido a chapurrear un poquito de ingles (y con mucho miedo), me lancé.

Y de que forma. Me tire media tarde hablando (o algo así, el spanglish al lado de lo que yo hablaba es inglés de Oxford, me temo) con unos y con otros sobre sus respectivos equipos, los componentes de la liga de Irlanda del Norte o la historia del Leeds United.

Y creo que aun más que yo (por mi comportamiento) se sorprendieron ellos. Supongo que para un aficionado del Accrington Stanley (como es el dueño del Bar), el que un español no solo conozca la existencia de su equipo, sino en que división juega, como marcha o incluso parte de su historia, debe ser como ser abducido por un marciano. Entre el, Neil, un simpático hincha del Cardiff City, y Miguel (Michael), un norirlandés del Leeds, iba girando mi persona (con frases como “eis, mira este tipo, ¡sabe que el Cardiff gano una FA Cup¡”).

Supongo que el alcohol tuvo algo que ver, pero no solo fue eso(ni siquiera fue lo mas importante), ese día estaba poseído por una especie de fiebre…fútbol en estado puro.

Tras salir de allí (con Neil comentando que me iba a regalar una camiseta del cardiff, y Yan enseñándome algo de Galés), no volví a acudir al lugar hasta el jueves.

Ese día celebramos el cumpleaños de una compañera, allí. Casi tomamos el bar por asalto, y entre sidra, vino y pisco (mi aportación a la fiesta) , transcurrió una noche de esas que recuerdas luego con cariño…a pesar de que, si, terminé bailando alguna canción de Abba. Cosas que pasan… Lo último que hice fue salir del Pub al grito de despedida de “Pen cala” (para los escasos lectores que no dominen el Gales, “capullo”). No, no es que ellos me lo llamaran a mí, fui yo el que lo pronuncie. Para algo debe servir el dominio de las lenguas…ah, se me olvidaba mencionar, que me lleve la bufanda del Sevilla para que la colgaran en la pared…hay que propagar la verdadera fe incluso entre gentes de allende los mares…

Por fin, este domingo, regresamos. Tras trasnochar el sábado, como leones indomables, mis amigos y yo hicimos el supremo esfuerzo de despertarnos a las nueve de la mañana para lanzarnos a una marcha, montaña arriba, hasta una de esas baterías costeras que jalonan la costa cartagenera. Tras un par de horas de “paseo”, decidimos que ya habíamos cumplido, y acudimos a remojar nuestros sedientos gaznates.

Si, por supuesto, a nuestro bar de cabecera.

Al llegar, y tras pedir la sidra de rigor, el dueño me entrega una bolsa. Dentro, dos camisetas, una del Accrington Stanley, y otra de rugby de Gales. Ambas muy hermosas. Pensaba que me las enseñaba para que las viera…pero no. Se trataba de un regalo. Confieso que me quede a medias sorprendido, a medias emocionado.

Pero luego, tras ir a comer, me aguardaba otra “entrega”. Neil no solo cumplió con lo que me había dicho, sino que lo dobló. De repente, me vi convertido en el feliz propietario de una camiseta del Cardiff City y, y confieso que es la que mas ilusión me hizo, otra de la selección galesa de fútbol.



Es difícil de explicar lo que sentí, abrumado, agradecido, sorprendido…como dicen, a veces es mejor caer en gracia que ser gracioso, pero ese agasajo inesperado fue mucho, mucho mas de lo que podía esperar (y sin duda, de lo que merezco).

En cierto modo escribo esto no tanto como agradecimiento, que también, sino para reflejar que el fútbol, este maldito deporte que a veces es cruel, miserable, un simple y asqueroso negocio y un motivo de enfrentamientos y peleas, si, ese mismo juego, es capaz de unir a gente de distintos lugares y sacar lo mejor de cada uno.

Podemos quedarnos con una de las caras o con la otra.

Yo, desde luego, tengo claro con cual. Espero que vosotros también.

9 comentarios:

xtaoth dijo...

Solo puedo decirte... Siento una envidia inmensa. Cómo me gustaría encontrar algún bar así cerca de mi casa o del trabajo.

Y la camiseta de Gales, me conozco un amigo mío que mataría por esa camiseta (y más si fuese la de John Hartson... puestos a ser friki dentro de lo friki :D)

cityground dijo...

Vaya trincada metiste martín.

Es genial poder hablar con extranjeros sobre equipos de su país bastante desconocidos, se quedan de piedra cuando les comentas cosas que la mayoría de sus compatriotas desconocen.

Aprovecho la visita de algún guiri o alguna boda para explayarme sobre mis gustos por equipos extranjeros, la mejor fue en una boda donde había un ingles de Brighton y acabamos con un tertulia sobre equipos de la League One cuando militaba el Forest en ella, con mi ingles lamentable mis amigos me miraban como si fuera un marciano.

Por cierto los ingleses nos dieron para el pelo en el 6 naciones.

Carlos Pérez dijo...

¡Qué grande! Bonita historia.

Un saludo!

PD: En el cañoncico ese también estuve yo, jejeje, si no lo digo reviento.

Unknown dijo...

Por supuesto me quedo con esa cara que describes, amigo. Una suerte haber vivido esa experiencia. Sabemos que el fútbol está hecho de esas pequeñas cosas que alegran la vida, conversaciones, reuniones y momentos que quedan en la memoria. Te invito también a otro rincón friki de recuerdos y leyendas que es mi blog. Me alegro de que Internet sirva para transmitir estas historias...

Te invito a entrar en mi sitio...

http://futbollegends.blogspot.com/

...y votes por tu equipo o por el que desees en la encuesta. Saludos

FI dijo...

Qué suerte tienes, ¿y la lotería cuando la ganas?

Saludos.

Martín dijo...

@Xtaoth: es que esa camiseta esta chulisima...

@City: si que nos dieron, pero era lo normal, peor les va a los escoceses...

@Carlos: es cenizas, hicimos la ruta completa, subiendo desde portman por la calzada romana.

@Nacho: gracias Nacho, ya vote ;-)

@Fl: ya me toco...

manipulador de alimentos dijo...

always look on the friki side of life.. jeje, hay que tomarse las cosas con cierto sentido del humor

Martín dijo...

@Manipulador: Je, muy bien visto, pensé justo en esa canción al poner el título ;-)

Garrincha dijo...

Más o menos así me gané el verano pasado las zamarras del Newcastle y el Celtic (esta la 2ª, que me vino bien ya que tengo la 1ª también jeje)

Un abrazo!!