Entrenadores

En la antigua Babilonia existía una tradición que, contemplada desde nuestra mentalidad actual, nos resulta cuanto menos chocante.

Una vez al año, coincidiendo con el año nuevo, era escogido un efímero monarca. Durante un día, el “afortunado” elegido sustituía al verdadero rey en todas sus funciones, revestido de una suerte de poder supremo, hasta que al ocaso, cuando finalizaba la jornada, llegaba también el final de su existencia, al ser sacrificado a la divinidad. De tal forma, se entregaba a los dioses lo más preciado, la autoridad suprema de la ciudad, y la vida de la misma podía proseguir, una vez renovado los votos al cielo.

En cierta medida, esta especie de ilusión de poder es lo más parecido a la actual situación de los entrenadores en España.

Revestidos de una especie de mando supremo sobre la parte deportiva del club (cada vez menos “supremo” con la aparición y el desarrollo de las figura del secretario técnico y otras de similar cariz), dicho control no es en la mayoría de las veces otra cosa que una especie de cesión temporal de autoridad…cada vez mas breve en cuanto a duración, y cada vez mas reducida en cuanto al poder efectivo.

Con menos fuerza en cuanto a la autoridad sobre la plantilla, con menos posibilidades de opinar sobre la conformación de la misma, cada vez su figura se dirige mas a convertirse en un “seleccionador”, solo que reduciendo su rango de elección a un minúsculo grupo de jugadores.

Es cierto que con el cambio de funciones, también asistimos a un cierto cambio de discurso…o de excusas. Ahora, cada vez mas, vemos como entre los entrenadores surgen reproches hacia sus directivos por la falta de fichajes en ciertas posiciones, por no disponer de piezas suficientemente validas para la conformación de una maquinaria bien engrasada…en cierto sentido, es una defensa legitima de sus intereses, y mas tratándose de una profesión de tan alto riesgo…

Y es que, en lo que mas se atisba el paralelismo entre el desafortunado monarca por un día mesopotámico y la profesión de entrenador, es la facilidad con la que este se convierte en una especie de victima propiciatoria, de sacrificio inevitable por parte de los dirigentes al Dios de los resultados o a la grada, ávida en muchos casos de buscar responsables y descargar sobre él el peso de la justicia…

Y es que pocas, por no decir ninguna profesión, cuenta con tal grado de presión sobre sus actos. Juzgados por todos y por todo, acosados implacablemente, pocas opciones de defensa poseen mas allá de sus declaraciones, el juego de su equipo o los resultados obtenidos…y en muchos casos, ni eso es suficiente.

El entrenador debe responder ante la directiva, siempre temerosa ante las críticas, y siempre celosa de que buena parte de los meritos no recaigan sobre ella cuando las cosas marchan bien.

Debe responder ante los jugadores, que o bien son jóvenes, inmaduros y con posibilidades de manejar mucho mas dinero del que a su edad le correspondería (o del que son capaces de asimilar), o bien son veteranos, que han visto todo lo que tenían que ver en el mundo del fútbol, entre otras cosas un desfile incesante de entrenadores de todos los estilos y caracteres. Si a esto le sumamos lo inevitable del enfado entre los jugadores de la plantilla que no entran en el once titular, e incluso a veces de los que si entran…entenderemos que la labor de un buen mister va mucho mas allá de simplemente entrenar a un equipo, eso apenas es el principio…

Pero aun hay más.

También la prensa tiene mucho que dictar en cuanto al trabajo del mister. Si este tiene la mala suerte de no caer en gracia, le lloverán palos por cualquier decisión que tome. Si no convoca a la gente joven, por no confiar en la cantera, si los convoca, por arriesgarse con jugadores no lo suficientemente formados, en lugar de recurrir a gente con experiencia. Si juega defensivo, por no dar espectáculo, si juega al ataque, por descuidar la defensa…y sobre todo, sobre todo, será culpable en la mayoría de las ocasiones de no hacer caso a lo que recomienda el periodista de turno…la prensa local parece estar en muchos casos formada por una especie de senado de entrenadores sin carnet, que son como esos lectores que siempre han deseado escribir un libro, pero que como jamás lo hicieron, odian en secreto a los escritores…

Y por fin, llegamos a la afición. Como todo grupo humano que se mueve por emociones y sentimientos, no solo por la razón, es difícil encontrar a veces algo de lógica en sus actitudes. Capaz de soportar a veces a entrenadores que nada han hecho u ofrecido, otras caen como fieras sobre los que no son de su agrado, silbando sus decisiones, sean cuales sean. En ocasiones ni siquiera sus iras se dirigen hacia el entrenador pero…en cierta medida, este es el que sale malparado de las críticas, porque cuando se silba al presidente, ya sabemos que cabeza suele rodar…

Pocas veces un entrenador es juzgado realmente con arreglo a la situación del equipo. Si a principios de temporada vemos la plantilla de la que dispone, los fichajes hechos, y lo comparamos con las de otros conjuntos, ¿Cuántos entrenadores son destituidos por ajustarse en el rendimiento del equipo a lo que conforme lo que dispone seria lógico realizar? A veces parece que en determinadas directivas existe una especie de sueño megalomaniaco (e irreal) sobre lo que pueden pedir respecto a lo que han proporcionado…

Y luego, claro esta, nos encontramos el asunto del juego. Y es que en ocasiones no son solo los resultados el baremo sobre el que se mide la capacidad de un técnico. No, a veces se va más allá, y nos encontramos con esa especie de paraíso del balón del que todo el mundo habla pero que pocos han visto que es “jugar bien”. Así, ciertos entrenadores, no solo tienen que luchar por llevar a sus conjuntos a posiciones altas de la tabla o a pasar todas las eliminatorias posibles de cualquier torneo en el que jueguen, sino que deben hacerlo a través de un camino estrecho y muchas veces indefinido, el buen juego. No basta con ganar, hay que hacerlo de cierto modo.

Observemos el caso de Jiménez, entrenador del Sevilla. Guste o no (y no gusta a muchos), sus resultados le avalan. Pocos recuerdan que cuando asumió el control del equipo, este no estaba en un momento brillante (no fue precisamente la mejor temporada de Juande Ramos en el club), y que a pesar de todo a punto estuvo de llevar al equipo de nuevo a la champions (además de llevar al filial sevillista anteriormente a la mejor posición de su historia).

Sin embargo, su situación entre la afición es casi siempre, como mínimo, discutida. Se le acusa de practicar un fútbol feo, muy inferior en cuanto a calidad al ofrecido con el anterior Mister (otra de las taras del cargo, apechugar con las comparaciones, inevitables y odiosas, con los anteriores entrenadores del club , muchas veces idealizados), de no sacar partido a la plantilla disponible, de no ser en suma un verdadero rival para el Barcelona o el Madrid…¿pero, de verdad, con el dinero gastado por unos y por otros, alguien puede aspirar, con justicia, a que esta rivalidad exista?

No trato aquí de defender al mister sevillista (sobre el cual yo también tengo mis dudas en ciertos momentos, aunque confieso que me cae bien y le deseo la mejor de las suertes), sino de ver que en cierta medida, las criticas que recibe no se ajustan a la verdadera realidad de la liga española, ni a la situación actual del mercado. Cuarto en liga, finalista de copa, en octavos de la champions… ¿de verdad alguien cree que el Sevilla debe aspirar a mucho mas que eso, con el dinero que gastó y comparándolo con los dispendios hechos por otros?

Lo mismo que Jiménez, encontramos otros muchos compañeros de profesión sujetos a polémicas. Desde Manzano a Marcelino (al que se le cesó, harta la directiva de sus criticas y sus continuas peticiones de refuerzos…para a continuación cambiar a media plantilla), pasando por el paradigmático caso Pellegrini (sujeto a la inevitable grandilocuencia de todo lo que afecta al Real Madrid), pocos se libran (si alguno lo hace), de estar inevitablemente observado con lupa en cualquiera de sus decisiones...con el cristal de la misma casi siempre distorsionado.

En ocasiones, tras pensar todo lo que rodea el trabajo de los entrenadores, confieso que me resulta casi imposible entender porque hay tantos candidatos al puesto. ¿De verdad el dinero que cobran compensa tanto resquemor, tanta hostilidad, tanto ser escrutado, valorado, vilipendiado, criticado, con razón o sin razón, con respeto o en muchos casos sin el? ¿Es sano vivir así, se necesita ser de una pasta especial? Por mi parte, no les envidio el trabajo…solo el sueldo.

5 comentarios:

Carlos Pérez dijo...

Camacho en el Madrid se hartó y se fue.

Y con respecto a la tradición babilónica... curioso, no la conocía. Ser el Rey para que luego te sacrifiquen.

Un saludo!

Mcmanaman dijo...

Gran post

Anónimo dijo...

Formo parte de esa masa a la que llamamos "Afición Sevillista" desde hace muchísimos años, y pienso que en el "asunto Jiménez" a la afición simplemente no se la está entendiendo.

Vamos a ver, nadie se queja de los resultados del equipo, son magníficos. Y tampoco se queja nadie de la profesionalidad y la seriedad de Jiménez, que es un currante y así se le reconoce. Pero se le critican cosas que, creo yo, es lícito criticarle.
Para empezar, Jiménez cambió para mal demasiadas cosas cuando llegó, y no lo hizo por motivos profesionales. Se deshizo de Antonio Alvarez, un gran segundo entrenador, pieza clave del vestuario, y lo sustituyó por el que él tenía en el filial. El problema es que cambió a uno muy bueno por otro que deja mucho que desear, y lo hizo por comodidad personal, porque no le rechisten, porque no le hagan sombra, y sobre todo, porque se lleva mal con Alvarez desde que eran compañeros en los 80.
Y eso mismo lo hizo también con los preparadores físicos, y por eso ahora el staff de preparadores es tan mediocre y tiene al equipo con poco fondo físico, cuando hace tres años, con el anterior equipo, parecían motos.
Pero no se queda ahí la cosa: Jiménez infrautiliza su plantilla, la hace jugar de una forma tal que desaprovecha el potencial ofensivo del equipo, y muestra excesiva predilección por mediocentros defensivos de poca calidad técnica. Eso hace que el Sevilla juegue MAL. Y eso lo percibimos en la grada. Joder, es que no se trata de que el Sevilla no juegue bonito, es que lo vemos dominado, en casa, por prácticamente cualquier equipo que venga. Es que desde que Jiménez entrena al Sevilla vivimos con la sensación permanente de que si ganamos será por una genialidad de Navas, de Kanouté, de LuisFa, o lo que es peor, de Palop. Y eso es intolerable. Vale que te lo haga el Barça, vale que te lo haga un Getafe extramotivado, pero no todos, joder, no todos.
Y para colmo pone de los nervios a todo el mundo. No veais lo que me fastidia que cada vez que lo enfoque la cámara en la banda vea a un tío con la cabeza gacha y gesto de derrotado. Eso transmite derrotismo por fuerza.
El sevillismo se esfuerza mucho para tener un club ganador, en la medida de sus posibilidades, y con un entrenador tan reservón y poco carismático no nos sentimos cómodos ni realizados. Nos clasificamos para la final de Copa, después de un durísimo cuadro de cruces, y tenemos la sensación extraña de no haberlo merecido del todo, y eso es algo muy cruel, porque llegar a la final de Copa es para destrozar la lámpara a cabezazos. ¿Somos demasiado exigentes? No. Lo que pasa es que vemos lo que tenemos, y la sensación que nos domina es la de que estamos llegando a la meta, pero con las fuerzas demasiado justas.

Martín dijo...

@Jose Francisco: Claro que es lícita absolutamente la crítica (y más cuando es honesta y esta basada en hechos, no en sentimientos), y yo mismo soy el primero que en ocasiones la he ejercido hacia el (yo también formo parte de la "afición" sevillista, aunque no de la que va al estadio, sino de la que lo sigue a mucha distancia), pero si que creo que en muchas ocasiones nos dejamos llevar por los excesos. Que conste, que creo que es bueno aspirar a más, si se quiere ser grande y mejorar una de las cosas que se deben evitar es el conformismo, pero siendo simplemente objetivo, es imposible pedir mas a Jimenez, por plantilla y presupuesto, de lo que hizo. No somos ni el Madrid ni el Barça, de hecho no somos ni la tercera parte de cualquiera de ellos. Esta bien criticar a Jimenez, pero, ¿seguro que con otro entrenador y otro estilo estariamos ahi? ¿de verdad podemos estar seguro de eso? Yo lo dudo, lo dudo mucho.

Hace unos partidos el entrenador retiró a Negredo,cuando estabamos siendo dominados, se le silbo a muerte...y luego se vio que el mister tenia razon, que el equipo ganó muchisimo con el cambio. ¿Alguien le pudo pedir disculpas despues? no, por eso yo me lo pensaria 100 veces antes de pitar algo (creo que jamas lo he hecho, y no creo que lo haga nunca, y menos durante el transcurso del partido).

Creo que el nivel de exigencia con los entrenadores es brutal (menos con algunos, que parecen que tienen cancha libre, por caer bien en la prensa), y que existen muchas formas de llegar a un fin. Y si fuera tan facil eso de usar bien a los jugadores y tal, entonces seguiriamos como minimo donde estamos ahora, porque ni de cerca podriamos aspirar a acercarnos a Madrid y Barcelona.

Fernando dijo...

La situación en España está complicada, pero ni hablar acá en Argentina. El ahora ex-técnico del Racing Club fue despedido después de 3 derrotas consecutivas, cuando al equipo se habían sumado hace poco los refuerzos y todavía no estaba la "maquinaria engrasada".

Para pensarlo...