Pitazo Final
La vida, en cierto sentido es como el fútbol. Desde el primer momento, es una lucha constante, a veces encarnizada. Por momentos no se puede hacer mas que defenderse a como de lugar y en otras ocasiones, hay que ir al frente, con todo, para tratar de aprovechar las oportunidades que se presentan.
Pero el fútbol tiene una ventaja. Se sabe de antemano que al llegar el minuto 90, es el final. Talvez el árbitro decidirá reponer un par de minutos, pero al menos se tiene la certeza que antes de eso, solo por circunstancias extremas el partido podría acabar. En la vida, sabes cuando comienza, pero el pitazo final puede llegar en cualquier momento, sin previo aviso.
No puedo afirmar que haya seguido la trayectoria de Orvin Cabrera, formando en el Real España. Tampoco puedo decir que fuera uno de mis jugadores predilectos, o que recuerde particularmente alguno de sus goles. Sabía que había un “pato” Cabrera en el equipo aurinegro, pero cuando hacía su carrera allá por los 90 y principios de 2000, no había Youtube y las jugadas nadie las subía a Internet para poder repasarlas.
De pronto, desapareció de la escena del Real España. Ahora sé que jugó también con Marathon, Vida y Olimpia. En la selección nunca fue un habitual, de hecho no recuerdo haberlo visto en ningún partido con la mayor. Pero ahora sé también que fue pieza clave en la selección Sub-20 que participo en el Mundial Juvenil de Qatar 1995, en el cual anotó un gol en la derrota 2-3 ante Portugal. Ese gol significó mucho en aquel momento y hoy recobra su significado.
Volví a saber sobre el “pato” Cabrera a principios del 2009. La noticia fue publicada en los principales medios de comunicación de Honduras. El exjugador, por entonces con 32 años, sufría un severo cáncer de hígado, que lo tenía luchando por su vida. En la primera entrevista, Orvín mostraba su confianza en la recuperación y como todo un guerrero, se plantó ante el rival, sin la más mínima intención de permitirle avanzar.
Fue entonces cuando realmente comencé a conocer quien era Orvín Cabrera. Poco tiempo después, se supo que un dinero recaudado para su tratamiento, había sido robado a su esposa. El hecho conmovió, pero la voluntar del “pato” seguía inquebrantable. Las entrevistas se empezaron a hacer cada cierto tiempo. A veces, las daba postrado en una cama producto de los efectos de la quimioterapia, otras, podía conversar sentado. Pero ni en una sola entrevista, mostró desanimo o falta de ganas por seguir luchando.
En Diciembre del 2009 se organizó un partido a Beneficio en San Pedro Sula, que a la vez sirvió de homenaje. Cabrera fue el mismo luchador de siempre. Se hizo presente para agradecer a sus amigos que jugaron por él y al público que llegó para apoyar la causa. Siempre optimista, siempre positivo, siempre aferrado a su Fe Cristiana y a Dios, en el cual creía.
Con el año 2010, mas entrevistas, mas lucha, mas Fe, pero también menos recursos para hacerle frente a una enfermedad que se mostraba implacable. El 27 de Setiembre, se publico una entrevista en la cual se hablaba de la difícil situación en que se encontraba, pero “pato” seguía sin dar la mas mínima muestra de querer darse por vencido.
Ayer 28 de Setiembre, la noticia se difundió con rapidez. Orvin Cabrera perdió la batalla. Con solo 33 años, llegó el pitazo final para este gran futbolista, pero sobre todo, para este extraordinario ser humano. Como en el fútbol, no siempre gana el mejor, pero a veces se dice que hay un “ganador moral”. Este sería el caso, pues aunque la muerte gano la batalla, Orvin “el pato” Cabrera se ganó el corazón de quienes seguimos su historia.
Siempre he pensado y lo reafirmo, que a mi equipo no puedo exigirle que gane todos los partidos, eso es imposible. Pero si, que los jugadores den todo en la cancha, que muestren coraje y que no dejen de luchar hasta que suene el silbato anunciando el final del partido. Si se pierde porque el rival es superior, por culpa del árbitro o simplemente por mala suerte, hay que aceptarlo, pero no sin antes haber hecho todo lo posible por revertir la adversidad.
Y eso fue precisamente lo que hizo Orvin Cabrera en su lucha contra el cáncer. Reitero que ni aun en la etapa final su espíritu fue quebrantado. Ni una sola de sus palabras siquiera insinuaron la posibilidad de rendirse. Su cuerpo estaba cansado y débil, pero su espíritu era inquebrantable. Para mi es como un equipo que luchó los 90 minutos y el tiempo extra con un hombre menos y que estuvo cerca de ganar, pero uno de los penales que se estrello en el horizontal, lo hizo perder aunque no lo mereciera.
Gracias a Orvin, el futbolista, por lo que le diste al fútbol. Pero sobre todo, gracias a la persona, por tu valentía y tu ejemplo. Descansa en paz.
Comentarios
Pero que bien escrito Mauricio.