Dulce sueño malacitano

A los buenos conocedores de la historia del fútbol no hace falta que alguien les cuente que un día el Athletic Club goleó por 12-1 al Barcelona, o que el Real Madrid encajó en una ocasión 8 goles del RCD Español. Tampoco que Manchester United, Milan o Bayern Munich (éste último antes de ser el titán que es ahora) purgaron penas en segunda división. No creo que esto llegue a tanto, pero a lo mejor algún día hay que recordarle a las siguientes generaciones los orígenes del prometedor Málaga CF.

Ahora que parece que vienen los buenos tiempos que siempre anhelamos por estas latitudes (servidor es malacitano), me gustaría echar la vista atrás. La primera vez que vi en directo al Málaga CF fue en 1994 en la cancha de mi pueblo. Por aquel entonces no hacía mucho de la refundación del club, abandonando la antigua denominación de Club Deportivo Málaga por la vigente Málaga Club de Fútbol.

Como decía, fue en El Pozuelo de Torremolinos donde tuve mi primera toma de contacto con el cuadro malacitano. Venció por 0-1, anotando Basti justo en la portería tras la que me encontraba con mi padre y mi abuelo. Pocos meses después, fui a una Rosaleda casi vacía para sufrir un 2-2 con el Isla Cristina onubense en fase de ascenso a 2ª B, un logro que finalmente se consiguió para alivio de los futboleros de la provincia.

Tras unos añitos en la categoría de bronce se logró el ascenso después de una liguilla en la batimos al Tarrasa en la fecha final, necesidad imperiosa si se quería culminar el objetivo. Los Manolo Herrero, Zafra, Bravo, Rafa, etc… ascendieron al santoral al devolver al club al fútbol profesional.

Lo que nadie nos esperábamos fue que tras un comienzo un poco dubitativo lográsemos el ascenso como campeones de Segunda en el primer intento. Ahí estaba el veterano Joaquín Peiró capitaneando un bloque inolvidable de jugadores como Valcarce, Catanha, Agostinho, Movilla, el propio Bravo, De los Santos, Roteta o Rufete. Aquel conjunto consiguió la proeza de mantenerse durante 7 temporadas consecutivas en Primera, récord en la historia del malaguismo. Incluso, con Darío Silva y Dely Valdés se llegó a disputar la Copa de la UEFA, llegando a cuartos de final tras eliminar a Leeds United o AEK Atenas.

Tuve la suerte de estar en la cancha el día que retornamos a la máxima categoría. He estado en la pasada Eurocopa viendo a mi selección, viendo en directo partidos de varias ligas de Europa, partidos de Champions League e incluso asistí al último River-Boca en el Monumental. Sin embargo, nada me ha emocionado jamás como aquella Rosaleda a reventar de almas malagueñas un domingo al mediodía. Ahí estaba con mis amigos, siendo un chaval que vibró enloquecido con los goles de Bravo, Agostinho y Edgar, suficientes para derrotar 3-2 al Albacete y lograr el soñado ascenso. Muchas lágrimas, todos invadimos el césped y festejamos como nunca.

Un par de años horrorosos casi nos devuelven a 2ªB en apenas 12 meses, pero nos salvamos. Aquella campaña recuerdo la algarabía con la salvación que casi firmamos imponiéndonos a un desahuciado Polideportivo Ejido.

También estuve en el último ascenso, aquel 2-0 sobre el Tenerife con goles de Antonio Hidalgo. No había tickets pero una campaña de donación de sangre los regalaba a cambio de unos cuantos glóbulos rojos. Así que me dejé la sangre por mi Málaga, literalmente. Otra fiesta, trasladada posteriormente a las calles de una ciudad enloquecida con los suyos. Aquella tarde memorable acabó de madrugada conmigo y los míos bañados por las fuentes y el mar.

A día de hoy, el hombre que nos hace soñar se llama Abdullah Al Thani, multiempresario de origen qatarí que está invirtiendo parte de su fortuna no solo en el club sino en múltiples proyectos para la ciudad y provincia costasoleña. Hoy nos ha traído a Santi Cazorla (una debilidad personal), guinda de un proyecto llamado a romper moldes con la historia de la institución a pelear cara a cara con los grandes, algo proyectado más a largo plazo que a corto, ya que si bien el plantel es muy bueno aún no puede pelear en serio contra Real Madrid y Barcelona más allá de algún partido aislado.

He escrito estas líneas para recordarnos a nosotros mismos que somos un club humilde. Tanto el Málaga desde siempre como su afición. Tenemos los pies en el suelo aunque se empeñen en despegárnoslos con tanto fichaje ilusionante. Eso sí, no vamos a renunciar a nada. Solo espero no despertar las antipatías de nadie, crecer de forma más o menos lógica y sostenida, y que el día que despertemos de este sueño no sea de forma brusca sino lo más placentera posible. ¡Forza Málaga!

1 comentario:

juan chenlo dijo...

Qué gran artículo, se nota que vives el fútbol y sientes a tu club, yo estoy ahora mismo en el lado opuesto, soy del Depor, me va a tocar sufrir un poco este año viendo a mi equipo en Segunda, pero por otra parte me imagino que estaremos luchando por el liderato, y eso también puede ser ilusionante, un saludo y te invito a visitar mi blog, si estás interesado en intercambiar links estaría encantado. www.lamazetadeportiva.blogspot.com