1959, el año de las dos Copas América

Brasil acudiò con lo mejor a la cita en Buenos Aires
A lo largo de la historia del balompiè hemos sufrido todo tipo de decisiones extravagantes, ilògicas e irreverentes por parte de las altas esferas del fùtbol, ese grupo de directivos muchos de los cuales poco entienden de este deporte pero mucho de los beneficios económicos y políticos que reporta. Ejemplos los hay a reventar, pero no existe un grupo tan selecto como el de los dirigentes sudamericanos, màs pendientes de su propio èxito que el de sus paìses. Desde siempre los màs ricos en talento, en Sudamèrica purgan desde tiempos inmemoriales con unos dirigentes que no solo han hundido naciones, si no que pese a colmar sus federaciones nacionales asì como la CONMEBOL han parecido màs bien aliados del enemigo que precursores de lo propio. Solo asì se explican disparates como el que dio lugar en 1959 a una doble celebraciòn de la Copa Amèrica.

El torneo, decano mundial de las copas continentales de selecciones, se ha jugado en todos los formatos imaginables por el ser humano y ha llegado a ser disputado anualmente, cada bienio, en un lapsus de 6 años e incluso en uno de 8, segùn la època. Pero lo que hoy toca es la vez que rizaron el rizo: dos campeonatos con unos meses de separaciòn en el mismo año natural.

XXVI ediciòn – Argentina
Siete fueron las selecciones que tomaron parte en la disputa, con las ausencias de Ecuador y Colombia, retirados de la misma, asì como Venezuela, que no jugarìa la Copa por primera vez hasta 1965. El formato era de todos contra todos, a una vuelta.

La vigesimosexta ediciòn de la Copa Amèrica echò a rodar el 7 de marzo en el estadio Monumental enfrentando a Chile contra la selecciòn local, que se impuso por 6-1. Màs allà del choque, decantado con claridad desde los primeros instantes en favor de la albiceleste, quisiera destacar que aquel fue el primer choque de los 21 que se disputaron en la cancha de River Plate. Asì es, en una de las ciudades con màs estadios del mundo, se disputò toda la competiciòn en el mismo. Sin comentarios.

Uruguay tambièn exhibiò su poderìo, goleando sin piedad a la dèbil Bolivia por 7-0. Brasil, campeona mundial un año antes en Suecia, empatò 2-2 con Perù en un gran encuentro. Pese a la demostraciòn inicial de los charrùas, serìan brasileños y argentinos los que pugnasen por el cetro hasta el final. Los locales superaron a Bolivia 2-0, Perù y Paraguay por idèntico 3-1 y Uruguay, de la cual se esperaba màs, por 4-1. La verdeamarelha recogiò el guante, imponièndose a los mismos rivales con una riada de goles de Pelè, que serìa nombrado mejor jugador del torneo.
El 4 de abril se disputò el ùltimo partido del campeonato, que devino en final ya que se enfrentaban los dos ùnicos combinados con opciones matemàticas de obtener el trofeo. Con màs de 85.000 hinchas colmando las gradas del Monumental, Argentina y Brasil firmaban un empate a uno (Pizzutti y Pelè) que erigìa a la selecciòn albiceleste como campeona por 12° vez, revalidando el tìtulo que obtuvo en 1957 en Perù.

XXVII ediciòn – Ecuador
A finales de aquel 1959, entre el 5 y el 25 de Diciembre, se disputò el segundo campeonato sudamericano de selecciones de aquel año con las mismas premisas del anterior: todos los partidos en el remozado estadio Modelo de Guayaquil, todas las selecciones contra todas. Venezuela, Perù, Bolivia, Chile y Colombia desistieron de participar, lo que no deja en muy buen lugar a la CONMEBOL por razones obvias. Por increìble que parezca no se puso copa en juego, llamàndose el torneo “Copa Amèrica Ediciòn Extra Ecuador”, aunque la Confederaciòn Sudamericana toma sus resultados como oficiales.

A destacar el equipo de Brasil, que se habìa llevado a Buenos Aires a los Didì, Garrincha, Zito, Pelè y compañìa, pero acudiò en esta ocasiòn con un plantel conformado exclusivamente por los tres clubes històricos de Pernambuco: Sport Recife, Nautico y Santa Cruz, devaluando aùn màs un torneo carente de sentido. Por no ir, no fue ni el tècnico Vicente Feola, delegando en Gentil Cardoso.

La selecciòn brasileña pernambucana abriò el telòn imponièndose por 3-2 a Paraguay gracias a un hat-trick de Paulo, jugador de Nautico. Al dìa siguiente una Uruguay sin jugadores de Peñarol (Tito Gonçalves, Maidana, Hohberg...) goleò 4-0 a la anfitriona Ecuador, en la que si jugò el gran Alberto Spencer, que unos meses antes habìa fichado por el club aurinegro.

La ùltima en aparecer fue la campeona Argentina, que con un cuadro muy parecido al de marzo-abril superò 4-2 a Paraguay con una inspirada actuaciòn de Sanfilippo. Pero el torneo, carente de sentido, perderìa la emociòn tras los dos siguientes duelos de la Celeste: primero, porque golearon 3-0 a Brasil (Escalada, Bergara, Sasìa), y segundo, porque pasaron por encima de Argentina con un humillante 5-0 con el cual vengaban el 4-1 encajado en el Monumental el semestre anterior. Dos dobletes obra de Silveira y Bergara asì como otro tanto de Sasìa acabaron con las aspiraciones argentinas de proclamarse campeones por tercera vez consecutiva. Uruguay era campeòn por dècima vez, aunque no tuvo copa que alzar al cielo.

Los partidos restantes no tuvieron demasiada historia. Los màs llamativo es que Argentina se desquitò con un 4-1 sobre la Brasil pernambucana con tres tantos de Sanfilippo (màximo goleador del torneo) y que Ecuador logrò una victoria ante su gente contra Paraguay por 3-1, con gol incluido de Alberto Spencer. Fue el epìlogo a un torneo que nunca debiò disputarse y que solo sirviò para poner en manifiesto las extravagancias y divisiones existentes en la CONMEBOL. Al menos a dìa de hoy la Copa Amèrica vive un presente muchìsimo mejor aunque hay cosas que por fortuna no cambian, como Uruguay campeòn.

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