Estrella brillante
Una simple pero preciosa estrella adorna el escudo de Botafogo. De todos los mitos que vistieron los colores alvinegros, el más rutilante de ellos fue precisamente una estrella... solitaria. Amigo de las masas, falleció borracho, empobrecido y en soledad. Amado en todos los rincones no solo de Río sino también de Brasil, parecía que desde la marcha del querido ídolo la gente botafoguense se había perdido. De aquello hace tres décadas, y desde entonces la última gran alegría se produjo en 1995 cuando obtuvieron su segundo título nacional al imponerse al Santos en la final. Desde entonces la fábrica de jugadores siguió dando réditos, llegaron algunos títulos Estaduales, campañas decentes en el Brasileirão y algunos genios queridos como El Loco Abreu o el recientemente retirado Clarence Seedorf. Alegrías intermitentes para mantener un viejo orgullo que hasta anoche no volvió a hacerse presente, y de qué manera.
'O gigante voltou' (creo que no necesita traducción) decía la torcida, que aprovechaba para homenajear al malogrado Nílton Santos, leyenda alvinegra desaparecido meses atrás. Todo estaba preparado para que Botafogo, que debía remontar un 1-0 en contra ante Deportivo Quito, se clasificase de una vez por todas a la Copa Libertadores, viejo e imposible anhelo en el que no participaban desde 1996.
Nerviosos pero impulsivos desde el primer momento, los jugadores locales salieron a por todas. Quizá superados por el ambiente o por el hambre de su rival, el cuadro ecuatoriano jugó a verlas venir. Botafogo en cambio notaba en exceso la ausencia de un hombre en la media que diera la calma necesaria en una cita de tal calibre. La ausencia de Seedorf, absolutamente insustituible, se palpó en todo momento.
Pero al contrario de lo que suele suceder con los alvinegros, esta vez no cundió la desesperación. Wallyson, incorporado desde Bahía con la difícil misión de hacer olvidar a varias de las bajas atacantes respecto al curso anterior, abrió la lata con una volea mediado el primer tiempo para igualar la eliminatoria. Su noche mágica, pues luego llegarían el 2º y 3º también con su firma, devolvieron a Botafogo al escenario continental más importante. Luego Henrique cerró la goleada entré los olés de un Maracaná prácticamente lleno para una ocasión inolvidable. Ojalá que no sea la última vez, y podamos decir que la estrella no es solitaria sino tan brillante como anoche.
Comentarios
Esto sería muy loco!