Eterno y doloroso techo blanquiazul

El Gato Romero avanza contra el Boavista ante la mirada de Collina
El corazón del aficionado de un club no-grande se agita pocas veces ante la emoción de un gran logro. Quizá una goleada a un clásico anime de vez en cuando, si bien durante cada año lo normal es sufrir por un complicado objetivo, la salvación, que no siempre se cumple. De vez en cuando hay una breve época en la que una o varias ocasiones seguidas dan la oportunidad de ilusionarse con algo más. El Getafe perdió dos finales de Copa, al Alavés le sucedió con la UEFA heroica pero fatídica ante el Liverpool, pero el malaguismo aún no sabe lo que es el drama de perder una final. 

Para un club con una historia tan escasa de grandes hitos, con una refundación mediante, solo el hecho de alcanzar el último encuentro de un torneo, aspirar de verdad a un título (Intertoto aparte), ya supondría un descargo a décadas de sinsabores, un hecho justo a todas las generaciones del club, una excusa para celebrar esa fiesta que jamás llega. Solo en lo que va de siglo son ya tres las grandes oportunidades desperdiciadas por el Málaga en torneos que quizá podrían haberse completado una epopeya inimaginable: Boavista, Borussia Dortmund y Athletic Club fueron los verdugos, pero siempre he tenido la sensación que nuestros propios errores fueron los que nos separaron de aquella gloria.

4 comentarios:

Martín Olivé dijo...

Muy bueno el blog.

Saludos

Anónimo dijo...

muy buen post!!
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Versus dijo...

Garrincha,

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Saludos
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pepe dijo...

Buen blog