Una Copa de África desalentadora

Aficionados ghaneses a ras de césped
El domingo se despide la trigésima edición de la Copa de África, la tercera en tres años (desde 2012 hasta hoy) y la segunda que acoge Guinea Ecuatorial, país que comanda el dictador más longevo del continente. ¿Por qué repitieron organización? Por los problemas en ese sentido de Marruecos, como evidenció el reciente Mundial de Clubes, así como por el miedo al ébola.

No era la mejor forma de arrancar, como tampoco la imagen ofrecida anoche al mundo la mejor sobre un continente que desgraciadamente sigue demostrando que no está preparado para según qué eventos. Los anfitriones perdían 0-3 en los últimos instantes de su duelo ante Ghana cuando la afición local comenzó a arrojar objetos tanto al césped como a la hinchada visitante, que atosigada se vio obligada a saltar al césped para salvaguardar su integridad física. El encuentro se detuvo durante media hora, un helicóptero intentó ahuyentar a los aficionados sobre el césped y cuando parecía que el choque se suspendería el árbitro decidió que continuara, si bien ya nada cambió. 

Desorganización, improvisación, inseguridad pero sobre todo tristeza como epílogo al gran campeonato de la Nzalang Nacional, que alcanzaba sus primeras semifinales en el máximo torneo continental con un equipo con cierto aire amateur que se valió del fenomenal trabajo de Esteban Becker, el técnico argentino que con escasísimo tiempo pudo organizar un bloque del que los ecuatoguineanos se sintieran orgullosos.

Así que la final será Ghana-Costa de Marfil, gran cartel aunque escaso fútbol el que han mostrado hasta el momento. Acaso más las Estrellas Negras, pero no al gran nivel que exhibieron hace ya un lustro en el mundial sudafricano. Es quizá una de las facetas que más impresionan del fútbol africano: pasan los años pero no hay progreso, todo ello pese a que la inmensa mayoría de sus mejores jugadores juegan en Europa, el lugar que mezcla culturas balompédicas de todo el globo, donde hay disciplina y tácticas, y donde normalmente el jugador de ése continente rinde bien. Pero regresan a casa y vuelven al tópico origen: imponerse por la fuerza, relegando la técnica para dejar la inteligencia colectivo-táctica en un plano muy inferior. 

En este sentido, que Egipto no se clasificase para ningún Mundial en el periodo 2006-2014 (cuando sumaron 3 CAN consecutivas) ha hecho mucho daño al juego en África. Si no triunfas tu estilo no se impone, por tanto sus fracasos han servido de ejemplo de lo que no deben hacer, al contrario que el resto de selecciones que sí han jugado mundiales pese a su evidente anarquía, ya sean Camerún, Nigeria o Costa de Marfil, incapaces de obtener rendimiento a plantillas fantásticas pero pésimamente guiadas, con jugadores con demasiado mando y gobernantes de por medio. En cambio Ghana ha sabido aunar lo mejor de ambos bandos con relativo éxito, así como Argelia, referente africano del momento en términos absolutos de lo que debe ser un equipo. Lo que fue la maravillosa generación de Aboutreika, Gedo, Zaki y compañía hace poco, un espejo en el que mirarse pero del que no quieren aprender. Por ello, si la organización sigue siendo improvisada y el fútbol arcaico África seguirá siendo siempre la eterna promesa del 'puedo pero no quiero', una excusa al desaliento para los que creemos que ahí hay material para algo grande. Hace falta voluntad.

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