¿Faltos de confianza?


Rafael Benítez jamás olvidará la temporada 2014/15, sobre todo por lo duro que fue su comienzo. La eliminación en la fase previa de la Champions League a manos del Athletic Club así como el dubitativo inicio en Serie A de los suyos hizo que las críticas le llegasen desde todos lados. La paciencia del dueño De Laurentiis tuvo su recompensa cuando a mediados de diciembre renació un equipo que hasta entonces daba tumbos. Enderezó su rumbo en la Europa League así como en el Calcio, alzando además la Supercoppa contra la Juventus

Aquel fue el final feliz para un año convulso, en el que pese a que la Vecchia Signora se vengó en San Paolo poco después, se dio paso al mejor momento del curso para los partenopeos. Inmersos en un gran momento de forma, avanzaron en Europa mientras remontaban posiciones en la tabla liguera hasta alcanzar un tercer lugar desde el que poco a poco se acercaban a la Roma. Sin embargo algo parece haberse torcido en este mes de marzo, no solo en cuanto a resultados si no también en sensaciones.

Los equipos del técnico madrileño, sobre todo aquellos en los que ya lleva tiempo trabajando, suelen mostrarse bastante compactos en determinados momentos de la campaña. Esa habitual fiabilidad se ha tambaleado en las últimas fechas, toda vez que en la Serie A han sumado únicamente un punto (ante el renqueante Inter) en las tres jornadas de lo que llevamos de mes, con derrotas ante Torino y Hellas Verona. Si ya fue extraño que se dejasen remontar en pocos minutos dos goles en San Paolo ante el Inter, más raro aún ha sido su partido esta tarde en Moscú.

La vuelta de octavos de final de Europa League se presentaba relativamente tranquila por el 3-1 que traían los napolitanos de la primera manga así como por la teórica superioridad sobre su rival. Sin embargo lo presenciado en Moscú ante el Dinamo ha sido todo lo que cabría no esperar de un equipo dirigido por Benítez. Constante desorden, ataques de ida y vuelta, escaso control en el mediocampo así como inseguridad en la zaga, todo ello rematado por una unidad ofensiva que desperdició una gran cantidad de goles muy claros. Siendo mejor (o menos malo) el Nápoles, el choque pudo desarrollarse con una goleada tanto de un lado como del otro, o una bacanal goleadora. 

No obstante, lo más raro fueron los síntomas de desconfianza de un plantel descosido, poco seguro atrás, sin control del choque por parte de sus cualificados jugadores ni mordiente arriba para aniquilar a un rival que llegó con vida a los últimos minutos de la eliminatoria. Ahora los partenopeos esperan adversario para cuartos de final, siguen vivos en la Coppa Italia (empataron 1-1 la ida en casa de la Lazio) pero se tambalean en una Serie A en la que han pasado de aspirar al segundo puesto a verse relegados al cuarto lugar tras una Lazio lanzada (oliendo la sangre de una Roma inmersa en una grave crisis) y con la Fiorentina llegando como un cohete desde atrás. 

Benítez suele triunfar pese a los contextos duros que a veces es él quien parece que los propicia. Sin embargo la papeleta que tiene ante sí se muestra tan difícil como apasionante. Tres competiciones como reto para distinguir si el año napolitano es un fracaso u otro éxito como el anterior.

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