Chile venció a la maldición; Argentina continúa la suya

Fiesta roja
El Estadio Nacional de Santiago reunía a los dos flamantes finalistas, los induscutidos mejores conjuntos del torneo (con permiso de Perú) dispuestos a romper sendas rachas de esas que carcomen por dentro con el paso de los años. Hace algunas semanas dijo el mítico Elías Figueroa, toda una institución en el país andino, que el mejor combinado chileno de siempre fue aquel que alcanzó las semifinales en la edición celebrada en 1962 en la que La Roja ejercía de anfitrión. En la siguiente década alcanzaron el subcampeonato de la Copa América en una definición a tres encuentros ante Paraguay, resistiéndose la proeza para ellos una vez más, algo que sucedía sistemáticamente desde que en 1916 se disputase la primera competencia que englobaba a las selecciones del cono sur. Siete de sus diez compañeras de viaje ya habían saboreado la gloria, lográndolo incluso Bolivia hace medio siglo. Caszely, Figueroa, Livingstone, Zamorano, Salas... pasaban los ídolos, las mejores generaciones, se completaban buenas actuaciones, pero no se tocaba metal.

Hasta anoche.

Desde el 4 de Julio de 2015 Chile tiene motivos para enorgullecerse de los Alexis Sánchez, Valdivia, Vargas, Claudio Bravo, Aránguiz, Arturo Vidal, Isla, Medel y compañía. Ya pueden gritar al mundo que son campeones, en casa, ante la Argentina de Messi, Di María y Mascherano, un fantástico equipo que pierde su segunda final en apenas un año. Pero, ¿cómo sucedió?

Chile alcanzó la última instancia superando varias polémicas ya desde el primer día. Desde el accidente con su Ferrari de Arturo Vidal hasta la batalla contra Uruguay en cuartos y los piques ante Perú en semifinales. Muchos decían que era injusto su avance, y no deja de ser cierto que les echaron una mano (por desgracia, como sucede con todos los anfitriones), pero su progresión mostraba un plantel convencido, certero, con hambre. Del otro lado Argentina avasallaba a Colombia pero apenas pudo batirles desde los once metros. La Albiceleste había acusado hasta entonces la capacidad para cerrar los partidos, resolviendo por la mínima, ganando con sufrimiento pese a su evidente superioridad. Ante Paraguay en semifinales se desquitaron a lo grande, con un 6-1 en el que incluso marcó Higuaín (el sexto, eh).

La final fue tan intensa como cabe esperar de dos potencias sudamericanas en busca de un título que acabase con sus respectivas agonías, pues si bien La Roja nunca había festejado nada, para un gigante como La Albiceleste no levantar un trofeo desde 1993 era una losa demasiado pesada. Empero, Chile jugó mejor, más convencida en un plan que apenas ha variado desde el choque inaugural. Argentina en cambio, jugó distinto tras un 'ataque de entrenador' de Martino, que retrasó a Messi para hacerle intervenir como base de la jugada mientras su equipo daba pelotazos que evitaban la intervención del genial 10. Uno de los tres grandes sinsentidos del Tata en la final, que siguió confiando ciegamente en un Higuaín empeñado en decepcionar en cada gran cita y que dejó a Tévez en el banco toda la noche. Difícil de entender, pero ello ayuda a asumir los porqués de la caída argentina.

Con todo, se llegó a la conclusión tanto de los 90' reglamentarios como de la prórroga (en la final sí había), alcanzándose unos penaltis que debían decidirlo todo. Chile cumplió su cometido, anotando sus cuatro lanzamientos. Messi fue el único que marcó por Argentina, en la que todo el mundo sabía que Higuaín fallaría el suyo, como así fue. Por ello a veces para explicar las victorias de unos hay que analizar las derrotas de otros, sin ánimo de demeritar pues Chile es justo campeón y hoy festeja sin paliativos una copa que persiguieron durante un siglo. 


Se acabó la maldición andina, siguiendo su curso aquella que dice que Argentina no gana nada desde el siglo pasado pese a haber contado desde su último triunfo con Maradona, Caniggia, Verón, Zanetti, Ortega, Batistuta, Ayala, Milito, Riquelme, Messi o Tévez. Y sin embargo tan inmensa cantidad de talento debe acabar desembocando en algo glorioso. Quizá el año que viene en USA 2016 (si es que se celebra).

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