La vida con Mancini
Segunda etapa en el Inter con un presente mucho más difícil
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Siempre me han encantado las vacaciones en el extranjero. Para mi representan una excelente ocasión para explorar el fútbol de la zona, conocer sus clubes e hinchas, y si tengo suerte comprar un libro que hable de las mejores temporadas y grandes héroes locales. Pero venir a Italia cada año, siguiendo su fútbol desde hace décadas, implica un acercamiento a su Calcio de un modo diverso. Más aún cuando se es tifoso nerazzurro.
Ser del Inter es jodido. Habrá quien me diga que más duro es ser de la Salernitana o del Cesena. Siendo consciente de las evidentes diferencias, lo dudo seriamente. Especialmente porque ellos no palidecen a Mancini. De hecho esto es exclusivo del Inter, siendo en realidad parte del paisaje de la entidad lombarda desde hace demasiados años. Exceptuando lo inusual del quinquenio 2005-10, ni los Scudetti ni la Champions, ni si quiera la bendición que fue tener a Mourinho dos cursos, nada ha cambiado en lo esencial. La dirección deportiva es mala, siendo dos ejemplos más que evidentes de esto: la gestión del tema Shaqiri y la retahíla de técnicos que han ido haciéndolo peor a cada temporada.
Aunque el receso estival sirve para limpiar la casa, depurar deficiencias e ilusionar a la afición, a pocos días del comienzo de la Serie A (Hellas Verona-Roma el sábado de la semana que viene) las sensaciones no pueden ser peores. Tras los últimos siete amistosos el balance es de una victoria por seis derrotas, con sólo 3 goles a favor, incluidas sendas caídas ante el Milan (dos veces en unos pocos días, la ùltima anoche) y una goleada encajada ante el Real Madrid. Todo ello con más y mejores recursos que sus predecesores, ya que a San Siro han llegado futbolistas de la talla de Jovetic, Miranda, Kondogbia o Murillo, que sumado a los Handanovic, Icardi, Medel, Brozovic, Kovacic y compañía deberían permitir a Mancini conjuntar a un colectivo cuyo último curso fue muy decepcionante, algo que por el momento no tiene visos de mejorar a corto plazo.
Sin embargo obligación y necesidad imperan en un entorno de urgencia cuyos objetivos mínimos pasan por pelear decentemente por el Scudetto (algo que parece imposible ante la calidad en todos los estamentos de la Juventus) y regresar a Europa vía Champions. Exacto, el técnico que obtuviera tres Scudetti seguidos (y ganase la Premier con el City) no fue capaz de enderezar el barco hace unos meses cuando sustituyó a Mazzarri, finalizando en una mediocre octava posición, lejos de los tres primeros lugares e incluso de la Europa League, una vergüenza inadmisible en un club de tal envergadura.
El escenario pues se presenta como una difícil reválida para Mancini, ya que esta vez tendrá que formar él un equipo sin una ventaja económica y deportiva abismal respecto a sus competidores, siendo la clave de sus anteriores éxitos la que también explica la pobreza de su calidad como entrenador de primer nivel.
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