Derrota sin amargura
La jugada que supuso la segunda amarilla para Nagatomo (Inter). |
Primero perdieron el Scudetto en 2011 ante el Milan de los Ibrahimovic (ex Inter), Cassano (tifoso interista) y Robinho. En 2012 ya no se peleó por un cetro que regresaba a la Juventus, poseedora del mismo desde entonces. Cada curso fue peor que el anterior. Entrenadores de menor categoría que no funcionaban, fichajes disparatados que no servían para defender ese escudo, desesperación en las gradas. Con actuaciones cada vez más deficientes en las competiciones nacionales e internacionales, la 2014-15 se cerró sin clasificarse si quiera para disputar la Europa League. Para entonces ya había regresado Roberto Mancini, 3 veces campeón la década anterior, la de la gloria. Pero ni en él se creía del todo.
Hasta anoche.
No obstante qué curioso es el fútbol. Pierden un partido ante un equipo en plena efervescencia, ceden el liderato ante el mismo, aunque salen reforzados en confianza e imagen. El duelo dejó un poso de final pese a no haberse consumido más que 14 de los 38 encuentros de la Serie A. Empero la puesta en escena de ambas escuadras, el simbolismo de un San Paolo delirando por los suyos, alzó un aura que contagió a los protagonistas en pos de dejar lo mejor de sí mismos para desarrollar un choque magnífico.
El pitido inicial trajo un comienzo trepidante. En el primer ataque partenopeo el esférico llegó a Higuaín (transformado en verdadero 'killer' este curso), que clavó un complicado a la par que bello golazo. Antes de merecerlo ya estaba arriba el cuadro de Sarri. Una alta intensidad reinó en todas las acciones. Tanto, que antes del descanso se fue expulsado Nagatomo (para mí mal sacada su 2ª amonestación), quedando el Inter con 10.
Si todo apuntaba a que Mancini reconstruiría a partir de un 3-4-2, nos engañó sustituyendo al punta Icardi para dar entrada a Alex Telles. Perdía una referencia pero recuperaba profundidad por los costados. La movilidad de los atacantes junto a su compromiso debía bastar para pelear la contienda. Eso sí, el 2-0 dolió. La ida y vuelta podía propiciar algo así. Un despeje de Albiol hizo las veces de asistencia a la carrera imparable de Higuaín, que fusiló a la escuadra de un impotente Handanovic. San Paolo festejaba como si estuviera finiquitado, porque de hecho lo parecía...
En otra ocasión seguramente hubiera sido así. ¿Cómo pelear con un hombre menos, tal desventaja fuera de casa ante un equipo en plena racha que muerde por cada balón? El recuperado orgullo interista propició un fútbol rabioso, de carácter y compromiso, que apretó los dientes para salvar la contienda (y de paso el liderato). A los pocos minutos una buena maniobra de Ljajic supuso el 2-1. Había vida. Paulatinamente los hombres de Mancini fueron tomando un mayor control, cercando el área napolitana, que sobrevivía sin demasiados problemas aunque no del todo tranquila. Jovetić entró por un trabajador Perišić, si bien a los nerazzurri era Brozović el que los empujaba hacia arriba. Tanto los empujó que llegado el 90+3 una doble oportunidad pudo cambiar el destino. En apenas cuarenta segundos los atacantes interistas cabecearon dos veces al poste, la segunda ocasión cuando moría el choque, con una mano milagrosa de Reina evitando el empate.
No obstante qué curioso es el fútbol. Pierden un partido ante un equipo en plena efervescencia, ceden el liderato ante el mismo, aunque salen reforzados en confianza e imagen. El duelo dejó un poso de final pese a no haberse consumido más que 14 de los 38 encuentros de la Serie A. Empero la puesta en escena de ambas escuadras, el simbolismo de un San Paolo delirando por los suyos, alzó un aura que contagió a los protagonistas en pos de dejar lo mejor de sí mismos para desarrollar un choque magnífico.
Así llegó el primer tanto, obra de Higuaín. |
Si todo apuntaba a que Mancini reconstruiría a partir de un 3-4-2, nos engañó sustituyendo al punta Icardi para dar entrada a Alex Telles. Perdía una referencia pero recuperaba profundidad por los costados. La movilidad de los atacantes junto a su compromiso debía bastar para pelear la contienda. Eso sí, el 2-0 dolió. La ida y vuelta podía propiciar algo así. Un despeje de Albiol hizo las veces de asistencia a la carrera imparable de Higuaín, que fusiló a la escuadra de un impotente Handanovic. San Paolo festejaba como si estuviera finiquitado, porque de hecho lo parecía...
En otra ocasión seguramente hubiera sido así. ¿Cómo pelear con un hombre menos, tal desventaja fuera de casa ante un equipo en plena racha que muerde por cada balón? El recuperado orgullo interista propició un fútbol rabioso, de carácter y compromiso, que apretó los dientes para salvar la contienda (y de paso el liderato). A los pocos minutos una buena maniobra de Ljajic supuso el 2-1. Había vida. Paulatinamente los hombres de Mancini fueron tomando un mayor control, cercando el área napolitana, que sobrevivía sin demasiados problemas aunque no del todo tranquila. Jovetić entró por un trabajador Perišić, si bien a los nerazzurri era Brozović el que los empujaba hacia arriba. Tanto los empujó que llegado el 90+3 una doble oportunidad pudo cambiar el destino. En apenas cuarenta segundos los atacantes interistas cabecearon dos veces al poste, la segunda ocasión cuando moría el choque, con una mano milagrosa de Reina evitando el empate.
El Inter se dejaba la punta en el sur, en casa del exultante nuevo líder. Pero recuperaba la sensación de equipo serio 5 años más tarde. Fue una actuación de la que estar orgulloso. (Parece que) Han vuelto.
PD: Excitante Nápoles. Maurizio Sarri merece un monumento. Veremos si es solo un estado de forma, pero ha situado en la élite a Reina, Albiol e Higuaín. Su plantel, que comenzó con dudas, se dispara como un cohete tras derrotar con solvencia a todos sus oponentes directos. Si no son favoritos, al menos lo parecen.
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