Bayern-Juve en cinco actos

La eliminatoria más atrayente a priori de las que deparó en diciembre el sorteo de octavos de final de la Champions League no solo no decepcionó, sino que seguramente quedará en la retina colectiva como una de las mejores de siempre. ¿Por qué? Por todo: la entidad de los clubes, los impresionantes escenarios y sus jugadores, pero especialmente por los súbitos cambios de guión, alteraciones inesperadas que daban la vuelta a cada uno de los partidos y por tanto a la eliminatoria cuando todo apuntaba a lo contrario. Varias veces se ha dado, gracias o por culpa de un arranque de carácter, una sustitución determinada, un gol errado o uno marcado que alteró las emociones de todos. En resumen esto es lo que sucedió en el cruce de octavos entre Bayern Múnich y Juventus de Turín:

Arjen Robben se mostró imparable en Turín
JUVENTUS STADIUM - IDA
Difícil aventurar un favorito. Acaso los germanos, campeones hace tres años, plantel con mayor distancia en su campeonato respecto al segundo (si se compara con la situación juventina) y con mayor fondo de armario. Pero claro, enfrente estaba el vigente subcampeón, una escuadra en una racha sublime que contaba 15 de sus 16 últimos encuentros de Serie A por victorias, con una zaga fantástica que coronaba a un Buffon en disposición de batir récords de imbatibilidad. 

El temor a encajar un gol como local así como a dejarles espacios a las balas Robben y Douglas Costa implicó que la Juventus jugó cohibida, apesadumbrada ante un Bayern con las ideas claras que no paró hasta alcanzar su objetivo. Antes del descanso Müller culminó una gran jugada colectiva, mientras que tras varias amenazas, Robben colocó el 0-2 en el luminoso antes de la hora de juego. Varias veces tuvieron los alemanes el tercero, pero perdonaron, cosa que en esta eliminatoria se ha pagado carísimo (fin acto 1). Minutos después Dybala abriría un rayo a la esperanza al recibir un buen pase filtrado para batir a Neuer en el mano a mano. La Juve se animó, se vino tan arriba que pronto igualaría Sturaro una contienda que había cambiado radicalmente. Ahora era la Vecchia Signora la que apretaba ante un Bayern dubitativo. Anduvieron cerca del triunfo los italianos, pero el 2-2 ya sería inamovible (fin acto 2).

ALLIANZ ARENA - VUELTA
¿Qué nos depararía un maestro de la táctica como Guardiola? Por lo pronto tuvo que improvisar ante la repentina ausencia de Robben, llevándose a Douglas Costa a la derecha para darle la banda de éste a Ribéry. En casa, con ventaja parcial, con la lección bien aprendida por los suyos, encaraban a una Juventus necesitada. Sin embargo Allegri rompió los esquemas iniciales con una inteligente presión alta de los suyos. A los alemanes, que con Pep no regalan un balón por mayor que sea la asfixia a la que les sometan, les costaba sacar limpio el esférico en el inicio de la jugada. Ello forzó un error de Neuer que Pogba aprovechó para adelantar al cuadro transalpino. Se llevaban escasos minutos de juego, pero la propuesta visitante, ejecutada a la perfección por un colectivo solidario e inteligente (partidazo de Khedira, por cierto), ahogan a los bávaros. La dinámica se mantuvo, con un Bayern incapaz ante una Juve segura que llegaba poco pero bien. Morata, al que le anularían erroneamente un gol, realizó una jugada maradoniana para regalar a Cuadrado el 0-2 que hacía temblar a la Múnich blanquirroja. Antes de marcharse a vestuarios entre el poste y una mano milagrosa de Neuer negaron a Cuadrado un gol con aroma de sentencia.

Cuadrado, en el momento de anotar el 0-2
Tras el receso hubieron cambios tácticos por parte de Guardiola, si bien estos tardaron en surtir efecto. Benatia dejaba su sitio a Bernat para que los muniqueses lograsen por la izquierda la profundidad que nunca habían tenido hasta el momento. El lógico paso adelante germano abría un escenario goloso para su adversario: balones al espacio para que Morata explotase su velocidad. En menos de cinco minutos el atacante español pareció imparable, generando tres claras ocasiones de gol en las que adoleció de aquello que más sigue acusando: su falta de puntería. Un delantero de super-élite hubiera anotado al menos una de las ocasiones para sentenciar el cruce. Él, pese a su buen hacer, no lo logró, dejando vivo a su rival. Eso sí, el miedo que insufló en la zaga que tenía delante obligaba al Bayern a no estirarse demasiado ya que su sociedad con Cuadrado amenazaba con fulminarles a la mínima (fin acto 3).

Todo está bajo control bianconero. Los hombres de Pep no encuentran el modo de meter mano a un rival que empantana el último tercio del terreno de juego. Para más inri, si siguen llegando las oportunidades de Morata, o él o alguno de sus compañeros finiquitará la contienda más pronto que tarde. Ante tal escenario, ¿qué hace Allegri? Sustituir en un breve lapso de tiempo a Khedira y a Morata en un 'harakiri' incomprensible. Sturaro no aportó los mismos intangibles que el alemán silencioso, mientras Mandzukic nunca representó la punta de lanza que si era el español. Sin salida, el Bayern se lanzó ahora sí al ataque. Sin demasiada claridad, todo sea dicho, pero cada vez con menos temor a un contraataque mortífero. Así, aún con tiempo para la épica, Lewandowski cabeceaba impecablemente un centro perfecto de Douglas Costa, el que más creía, el que más lo intentaba en las filas bávaras. El gol levantó los ánimos en las filas muniquesas, ya decididamente volcadas en pos de un nuevo tanto que reequilibrase encuentro y eliminatoria. El Bayern rondaba el área juventina pero apenas creaba nada parecido a una ocasión: balones altos desde los costados que Buffon atrapaba con sencillez o pelotas filtradas por raso que se perdían en la maraña bianconera. Hasta que Evra cometió un error fatal en el 91. Coman no tuvo más que ponerla para que Müller, desaparecido en combate hasta entonces, elevase las tablas al electrónico (fin acto 4).

PRÓRROGA
Negados a su destino, los hombres de Allegri salieron a morder en el tiempo suplementario. Neuer desbarató el posible 2-3 tras una buena combinación por la derecha de la Juve, a la que sostenía el orgullo pese a la trompada moral que se habían llevado minutos antes. Las dudas invadieron a ambos. El Bayern no forzaba intervenciones de Buffon, pero Neuer tampoco vivía intranquilo. En esas Guardiola realizó un cambio lógico para reestructurar a los suyos, sacando a un Ribéry agotado por Thiago, el cual se haría dueño de la parcela central, tomando el lugar que alguna vez fuera de Xabi Alonso. 

El tanto del éxtasis que culminaba la remontada.
Cambiaron de lado, no así de dinámica. Excepto en la cabeza de dos tipos muy inteligentes. El renacido Müller se asoció con Thiago, que fresco y resolutivo batió por bajo a Buffon para algarabía de compañeros e hinchada. No habría penaltis, de eso nos privó el hispanobrasileño. Sin tiempo que perder, la Juventus se volcó. Ello dejó unos espacios que no habían cedido en toda la velada, por lo que Coman, carne de su carne (cedido en Múnich por la Vecchia Signora), agarró la pelota en un costado, aún cerca del área del Bayern, y echó a correr galopando por una banda por la que parecía inalcanzable. Al llegar a los metros finales bailó para colocarse cuidadosamente el esférico en su pierna buena, trazando un disparo ante el que nada pudo hacer Buffon. El 4-2 supuso el final en la cabeza, pero sobre todo en los corazones, de todos los que lo presenciamos. Quedaban diez minutos, aunque ya nada volvería a ser igual para nadie (fin acto 5).

1 comentario:

Unknown dijo...

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