Italia constata el agotamiento español

Chiellini, titán y verdugo.
Los amistosos no solo desilusionaron, como a mucha gente la lista. También constataron que cualquiera nos podía dañar. ¿Un día tonto lo de Georgia? Podía ser, pero cuando sucede con tanta frecuencia es que algo pasa, como en otros choques no oficiales de los últimos tiempos como ante Holanda, Francia y Alemania. Tampoco es cuestión de dramatizar, se trata de disfrutar con nuestros deportistas en un evento festivo que reúne a lo mejor del continente. Pero a todos nos apetece aquello de "el equipo de todos", eso que maniquearon en tiempos victoriosos una cohorte de malos periodistas para apoderarse del discurso y el sentimiento.

Llegábamos a octavos tras el último traspiés ante Croacia, como a contrapié. Vivos, sin miedo de Italia, decían, la cual era pésima, jugaba mal y era inferior a nosotros, decían. ¿Qué puede salir mal cuando el equipo llega renqueante y el entorno ningunea a una tetracampeona mundial que históricamente nos ha pintado la cara? Con el mismo once que en los tres enfrentamientos de la primera fase, la selección encaró a una Italia que ya en el primer minuto advirtió. No era la lluvia que caía fuerte sobre la capital francesa, si no el comienzo del baño italiano. Comenzó apretándonos arriba, creando un flujo de ocasiones insospechado que solo De Gea y el poste evitaron que fructificase. Sin embargo tanto fue el cántaro a la fuente que terminó por romperse.

Dramáticamente sólo Piqué fue a despejar el rechazo del portero español, mientras de entre los tiburones transalpinos Chiellini llegó el primero para subir al electrónico el 1-0. Ya no amagaban, ahora el tortazo era real. Afortunadamente para España, el marcador no se movió más antes del descanso. Podíamos estar eliminados a esas alturas, pero el portero y el desacierto italiano de cara a puerta lo evitaron. El segundo tiempo no nos privó del bochornoso espectáculo de Sergio Ramos, por si habían quedado dudas tras su pésima actuación ante Croacia. Tampoco pudimos ver a Koke ni a Thiago, jugadores que nos hubieran permitido batir líneas, avanzar, traer frescura ante la desidia de Silva y la intrascendencia de Cesc. Iniesta, solísimo, poco pudo hacer hasta que entró Lucas Vázquez, que puso junto a Aduriz la voluntad que hizo falta en la tarde parisina y que tanto les sobró a los italianos, pues no solo nos superaron en una excepcional demostración táctica, también, e incuestionablemente, en la actitud, algo que ha resultado determinante y muy llamativo.

Italia, seria desde el primer día ante Bélgica, está cimentando su camino en la base defensiva de la Juventus: Buffon en el arco, Barzagli, Bonucci y Chiellini por delante. Sobre su solidez juega un equipo que hoy quitó el balón a España durante casi todo el primer tiempo, que le descosió atrás de varias maneras diferentes poniendo sobre el césped su trabajo, su creencia, su calidad y su solidaridad. El triunfo azzurro ha sido incontestable a todas luces, superando a España en todas las facetas del juego e incluso quedándose corta en el marcador merced a lo acontecido sobre el tapete de Saint Dennis.

La Confederaciones de Brasil 2013 fue un importante aviso que alguien inteligente hubiera interpretado como que debían realizarse cambios estructurales importantes en el combinado nacional. El seleccionador jubiló a Arbeloa, de los tipos más profesionales y comprometidos que recuerdo. Un año más tarde, en el mismo país, Países Bajos (u Holanda, al gusto del consumidor) nos resquebrajó con un 5-1 alucinante. Luego Chile certificó nuestra defunción. Del Bosque no cambió nada. Al más puro estilo Rajoy dejó que el tiempo, de algún modo mágico que solo parece caber en su cabeza, curase las heridas. Se retiraron dos pilares centrales como eran Xabi Alonso y Xavi. Pese al hueco que necesitan y lo mucho que pueden aportar los Thiago, Isco o Saúl, su presencia estos años ha sido testimonial. En cambio Iker Casillas, pese a su notorio declive, ha sido un fijo. Titular además hasta que un clamor nacional le excluyó del once, que no de la convocatoria.

Del Bosque es un técnico pobre en lo táctico pero buen continuador de sagas ya comenzadas. Matizó ligeramente al Real Madrid a comienzos de siglo para dar cabida al talento galáctico, que junto a la base ganadora de la Champions 1998 (Hierro y Raúl como máximos estandartes) pudo reinar en España y Europa. Cuando le tocó construir en el Besiktas le fue fatal. Con España retomó la obra de Luis Aragonés para introducir a Xabi Alonso como principal huella ganadora de su paso. Poco o nada ha aportado al juego, más allá de tranquilidad, política y laisser fare. De haberse marchado en 2012 tras completar el maravilloso triplete que comenzó Luis, se hubiera llevado el reconocimiento y aprecio generales. Ahora ha manchado su trayectoria, realzando a aquellos que pensamos que por más bien que maneje los grupos sus cualidades como entrenador son muy escasas. Desgraciadamente, la hemeroteca está a reventar de pruebas de su ineptitud. Y también de perlas como la que nos ha dejado tras la derrota de hoy: "Italia ha sido ligeramente superior a nosotros". 

Pese a todo doy las gracias a don Vicente del Bosque. Pero por favor, márchese ya. Todos nos hemos agotado. De (casi) todos.

1 comentario:

Ariadna clarà vázquez dijo...

En la final tenia que estar Alemania que se lo merecía mas que francia