El ciclo sin fin

Joselu festeja uno de sus goles al Bayern Munich

El idilio del Real Madrid con la Copa de Europa es inacabable. En su momento se tomaron una pausa larga (32 años, menos mal para el resto), mas superadas aquellas traumáticas décadas, los blancos han vuelto a hacer de la competición más difícil un torneo de andar por casa. O casi, porque no es que lo logren con facilidad, pero viendo que pasan los años y repiten los éxitos, algún tipo de magia negra debe haber ahí atrás alzándoles cuando cualquier otro hincaría la rodilla.

Tras superar con apuros al RB Leipzig, y jugarse la salud cardíaca en la noche de Manchester ante el City, los blancos encaraban con optimismo su cruce de semifinales ante el otrora ogro Bayern Múnich. En Alemania los bávaros fueron mejores, si bien las hechuras de los de Ancelotti les permitieron arrancar un meritorio 2-2. Anoche, por fin, el Madrid disputó su mejor encuentro en la actual edición de la Champions League. Escenario, premio y rival así lo exigían. 

El primer acto mostró dos equipos comedidos. Los merengues llevaron la iniciativa, aunque el Bayern no puso mucho empeño en lo contrario, esperando cómodo en un bloque medio. No mordía el inicio de la jugada blanca, aunque tampoco se hundía atrás. Kroos reinó entonces, jugándose a su compás. Vinicius tuvo en un disparo al poste la mejor ocasión, con Rodrygo rematando el rechace a las manos de un acertado Manuel Neuer. Harry Kane, eso sí, avisó con una volea desde fuera del área. No marcó, pero el inglés dejó el sello de su indudable calidad.

Nada más regresar de vestuarios el Madrid apretó en busca del tanto que abriera el choque. En seguida contestó el Bayern. Ninguno quería prórroga. Vinicius el que menos. Se echó a los suyos a lomos, desbordando una y otra vez, y otra, y otra más, y quien sabe cuantas veces, hasta amargar a un Kimmich que nunca pudo frenar al inspirado brasileño. El Madrid no supo aprovechar el manantial de juego que surgía del costado de su ataque izquierdo, y de tanto perdonar, llegó el gol alemán.

El balón llegó a Harry Kane, quien con buen criterio buscó a Alphonso Davies. El canadiense desbordó y pegó un derechazo imposible para Lunin. Golazo, 0-1 en el Bernabéu a poco más de 20' del final. Sin ser la temporada del Bayern (bastante pobre para lo que acostumbran), una final de Champions en el horizonte se veía muy golosa. Por eso hicieron todo lo posible por cortar el ritmo al Madrid. Entraron Modric, Camavinga, Brahim y Joselu, que aportaron colmillo y profundidad, pero Neuer se agigantaba mientras pasaban los minutos.

Hasta que en el 88', Bellingham cede a Vinicius, siempre él, que se hace hueco para un disparo irregular que no atrapa Neuer, llegando Joselu desde atrás para remachar el empate. Salvaban los muebles, al menos habría prórroga. Pero quedaba tiempo para más. Córner, despeje, balón a Vini, que la cuelga. No acaba de rechazar la zaga del Bayern, Nacho controla, pasa a un desmarcado Rudiger, que de primeras se la da Joselu para que éste lleve el éxtasis al césped y la grada, no sin emoción previa validada por el VAR.

El Bayern había tenido un par de buenas ocasiones para matar la eliminatoria a la contra, pero si algo ha enseñado el Madrid estos años es que no se le puede dejar vivo. Se agarran a lo que sea, da igual el nombre o el nivel del protagonista, que si va de blanco es un tiburón legendario capaz de devorar futbolística y psicológicamente a cualquier adversario. El Bayern ya lo sabía, ¿cómo evitarlo?

El 1 de Junio Wembley acogerá la que puede suponer la 15ª Copa de Europa para el Real Madrid. O la segunda del Borussia Dortmund, que las finales hay que jugarlas.




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