El culmen del torcedor botafoguense
La torcida de Botafogo celebra en Río con sus jugadores. |
Todo aficionado al fútbol sueña con algo. Es una de las características comunes de todo hincha, esas ilusiones que comparten, todos con diferentes aspiraciones, algunos con la suerte de verlas cumplidas algunas veces. O aunque sea una vez en la vida. Eso deseaba yo con la selección española, a la que he tenido la suerte de ver campeona del Mundo en 2010. Ojalá el Málaga CF me permita vivir lo mismo con una Copa del Rey. No me parece tanto pedir, pero como nunca hemos ganado una no nos queda otra que intentarlo de nuevo cada año. Espero que si se da la ocasión al menos mi padre esté en vida, y que pueda llevar a mi hijo también a verlo.
Eso mismo, pero con la Copa Libertadores, es lo que ha deseado el torcedor botafoguense toda la vida. Desde los albores del gran campeonato sudamericano de clubes, cuando un maravilloso e inigualable plantel con Nilton Santos, Garrincha, Quarentinha o Zagallo caía ante el Santos de Pelé en las semifinales de su primera participación (1963), se han sucedido las décadas y las decepciones. También, las expectativas no cumplidas. El mejor Botafogo fue aquel que en los años 50 tenía a las estrellas mencionadas unas líneas más arriba, junto a genios como Didí y el gran goleador Paulo Valentim.
Más jóvenes, más poderosos, con más tiempo probablemente habrían tenido alguna chance, pero aquel cuadro mágico tan solo disputó una vez la máxima competición continental, pues tan solo acudía un representante por país, si bien esa campaña en concreto fueron dos ya que el Peixe era el vigente campeón sudamericano. Aunque hubo otras estrellas luego, nunca se dio un equipo mínimamente tan fuerte o talentoso. Tampoco grandes éxitos, más allá de alguno esporádico como el Brasileirão conquistado en 1995 (precisamente ante Santos) o la Copa CONMEBOL obtenida dos años antes.
Hasta ahora. Con el desembarco del estadounidense John Textor a finales de diciembre de 2021 el club pasó a ser una SAF (Sociedad Anónima de Fútbol). Acababan de regresar a Serie A. Desde entonces el crecimiento deportivo ha sido exponencial, hasta conformar un cuadro que tras pelear por el título nacional el año pasado, este curso vuelve a pugnar por el Brasileirão (es líder a falta de dos jornadas para la conclusión) y ya ha conquistado la anhelada Copa Libertadores.
Si bien esta historia se centra en el aficionado alvinegro, era necesario poner algo de contexto. Así, las horas previas a la final inundaron Buenos Aires de camisetas botafoguenses. El hambre de gloria, la necesidad y la ilusión arrastraron en masa a los hinchas hasta la capital argentina. Aquellos que no pudieron, acudieron al Nilton Santos en Río para ver el partido 'en casa'. Todo para ver al único de los 12 grandes del fútbol brasileño que jamás había ganado la Copa. Para rendir homenaje a todas sus leyendas. Para poner la guinda a un trayecto que comenzó en las previas ante Aurora y RB Bragantino, siguió con un inicio dubitativo en fase de grupos, continuando con heroicas clasificaciones ante Palmeiras y São Paulo antes de imponerse con claridad a Peñarol en semifinales.
Ya en la final, con todo el mundo dando como favorito a Botafogo, la primera jugada marcó el devenir del encuentro cuando Gregore se marchó expulsado por una desafortunada falta en el medio del campo. Ello rompió los esquemas de ambos técnicos, saliendo ampliamente ganador Artur Jorge pese a que su equipo contó con 10 jugadores todo el encuentro. En la grada, en el momento en que el árbitro mostró la roja, llegaron lágrimas alvinegras. El hincha de Botafogo que llevaba toda la vida esperando este momento no se podría creer que se acabase si quiera antes de empezar. Pero pese al enorme sufrimiento durante el encuentro, ganaron la Copa tirando de un gran esfuerzo solidario de todo el colectivo, buenas directrices tácticas, disciplna y la magia necesaria para lograr imponerse por un increíble 3-1.
La guinda del pastel la puso Júnior Santos. Lesionado de gravedad hace unos meses, iba a ser difícil que volviera a estar disponible este mismo año. Largas sesiones de recuperación, más un tesón encomiable, llevaron a un tipo que nunca pasó por inferiores, fue albañil y debutó en 4ª división ya con 22 años, a comerse poco a poco el mundo hasta llegar a Botafogo en 2022, previo paso por Japón. Vivir con lo justo durante gran parte de su vida, más la dolorosa pérdida de su padre cuando apenas empezaba a poder mantenerse con el fútbol, curtió un carácter que no le permitió rendirse. Y que supo mostrar cuando más importaba, pues en el 90+7 peleó un balón escorado contra dos zagueros de Atlético Mineiro, les regateó, remontó la línea de fondo hasta ceder al compañero que llegaba para empujar. Otro defensa del Galo se adelantó, permitiendo al balón llegar rebotado de vuelta a Júnior Santos, que empujó a puerta vacía el gol definitivo, el del éxtasis del título botafoguense que le mete de lleno en la historia gloriosa de la Estrella Solitaria. Lo que él merece, la alegría que siempre va a compartir con una torcida botafoguense que, ahora sí, puede sonreír al culminar el anhelo de toda una vida.
Júnior Santos celebra con lágrimas en los ojos el gol del 3-1. |
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