El ogro de la Atalanta
Dumfries anota el 1-0 en el partido de anoche. |
En Bérgamo viven la mejor época en la historia del club local, aquel que más temporadas ha disputado en la élite italiana sin ganar nunca el Scudetto. Este curso lo están liderando, en línea con el espectacular trabajo que lleva años llevando a cabo Gian Piero Gasperini. No se les puede exigir que lo ganen, faltaría más. Su estadio no es enorme, su historia es bella aunque falta de galardones. Tampoco es un plantel repleto de estrellas, ni formado a base de talonario. Se trata de un trabajo espectacular de todos los estamentos del club, con confían en un Gasp capacitado para dar batalla a todos. Bueno, puede que no al Inter.
Ya a principios de temporada sorprendió el 4-0 con el que los vigentes campeones se impusieron en San Siro en el duelo que les enfrentó. No es que un equipo del potencial del Inter no pueda golear en casa a un adversario, pero sí pareció lograrlo con sencillez, pues antes de la hora de juego ya había anotado los cuatro tantos a una Atalanta que venía de perder unas semanas antes la Supercopa de Europa ante el Real Madrid (otro rival que se les suele atragantar). La Dea se repuso bien de aquellos primeros traspiés, dando paso a una escuadra que ha ido creciendo con el paso de los meses hasta alcanzar el liderato de la liga italiana.
Así pues, anoche tenía una nueva ocasión de acercarse a un trofeo. Con una Coppa Italia (1962-63) y una UEFA Europa League (son los vigentes monarcas) en su haber, todo metal que se pueda añadir a las vitrinas es preciado. Enfrente, de nuevo el Inter. Los de la capital lombarda, que no pierden ante la Atalanta desde 2018, les habían ganado sus 5 últimos duelos. Anoche fue el sexto.
El primer tiempo fue igualado, con algunas ocasiones para ambos que no lograron mover el marcador. La Dea presionaba muy arriba, dificultando la salida de un Inter que debía hilar muy fino o jugar en largo, intentando conectar Sommer directamente con Thuram y Lautaro. Sin embargo, tras el descanso Simone Inzaghi dio entrada a Taremi en lugar de Thuram, además de introducir variantes tácticas que resultarían decisivas. Tanto, como el gol de Dumfries de semi-tijereta en el primer ataque nerazzurro tras el descanso.
El gol del Inter desconcertó a una Atalanta que de inmediato introdujo a Lookman, De Ketelaere y Éderson. Empero, en una contra perfectamente ejecutada, de nuevo Dumfries puso tierra de por medio con un derechazo desde la frontal que supuso el 2-0. Con media hora por delante, la Atalanta se volcó. Ello dejó huecos atrás, circunstancia que casi aprovecha Lautaro Martínez para sentenciar. Se topó con un Carnesecchi felino, que mantuvo en el partido a los suyos. Prácticamente en la siguiente jugada, Éderson redujo distancias. Aun con 20 minutos por delante, había partido. Pero el VAR hizo acto de presencia, anulando el gol del brasileño por encontrarse su compañero De Ketelaere ligeramente adelantado.
En ese momento la Atalanta claudicó. No es que dejara de intentarlo, pero ya no le salieron las cosas, ni atacó con la misma fe. Para el Inter, acostumbrado a remangarse para defender de modo compacto cuando es necesario, no supuso problema aguantar sin agobios la ventaja. La Atalanta había disputado un buen encuentro, aunque a todas luces volvieron a verse superados por su bestia negra habitual, que les separó de una buena opción de título.
Ahora el reto para la Atalanta es superar un mes de enero muy exigente. Retornará a la acción en la Serie A visitando Udine la próxima semana, salida por lo general nada sencilla. Posteriormente, recibirá consecutivamente a Juventus y Napoli (está igualado con los de Conte en lo alto de la tabla), así como al Sturm Graz en la penúltima fecha de la liguilla de Champions. Luego visitarán al Como y al Barça, de nuevo en la máxima competición continental. Todo ello en enero, un mes tan cargado como exigente. Al menos no tendrán que cruzarse con el Inter hasta mediados de marzo, todo un alivio para las huestes del bueno de Gasperini.
Comentarios