Camisetas que enamoran: Wimbledon campeón FA Cup 1988

El Wimbledon alza la FA Cup obtenida en 1988.

La FA Cup no solo es la copa más longeva y antigua del mundo, también es la que más sorpresas ha deparado a lo largo de su extensa historia. Las hay de todo tipo, sufridas en cantidad de ocasiones por los más grandes. Siendo la copa nacional más prestigiosa del mundo, ganarla es todo un honor para toda entidad que se precie.

Este curso además va a ser muy especial, pues desde los años 80 no había unos cuartos de final en los que no estuviera al menos uno entre Liverpool, Arsenal y Manchester United. Los Red Devils, por cierto, son los vigentes campeones, pues derrotaron en la última final al Manchester City, que sí sigue en liza. El Pool, por su parte, cayó eliminado ante el sorprendente Plymouth Argyle, un batacazo insospechado para los de Arne Slot.

Precisamente los Reds son los protagonistas involuntarios de esta historia. Los 80 fueron una buena década para el Liverpool. Dos Copas de Europa y seis títulos de First Division, amén de otros trofeos, dan fe de ello. Por eso, a la final de la FA Cup 1987-88 llegaron como claros favoritos. Un trofeo que habían alzado dos años antes debía regresar a Anfield ante el modesto Wimbledon, que apenas llevaba un par de años en la élite. Sin embargo, el cuadro londinense ya había avisado de lo que era capaz: su liga fue muy buena, acabando en una sorprendente séptima posición. Además, en copa habían superado a Newcastle, WBA, Watford y Luton Town, pruebas más que suficientes de su capacidad.

Aún así, el Liverpool era favoritísimo. Campeones de Inglaterra ese año, presentaban un temible ataque con  Peter Beardsley, John Barnes y John Aldridge. Enfrente, la 'Crazy Gang' del Wimbledon, con los rudos Dennis Wise y Vinnie Jones, pero también con John Fashanu o el malogrado Laurie Cunningham, que fallecería un año después en un accidente de coche.

Rompiendo todos los pronósticos, el Wimbledon se proclamó campeón de la FA Cup 1987-88 gracias a un cabezazo del norirlandés Lawrie Sánchez, ante cuya parábola nada pudo hacer Grobbelaar. Ambos equipos tuvieron ocasiones para anotar más goles, especialmente un John Aldridge cuyo penalti fue detenido por Dave Beasant. De esta manera, el portero del cuadro londinense se convertía en el primer guardameta en detener un penalti en una final del añejo torneo inglés. Su gran actuación le situó como uno de los héroes indiscutibles de la gesta del desaparecido club de la capital, del que años más tarde tomaría el testigo el AFC Wimbledon.

La camiseta del título.

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