Y el fútbol hizo el amor
Jeannie y Miguel llegaron a España hace años desde Dinamarca y Colombia. Procedentes de dos culturas tan diferentes de latitudes muy distantes, de países con distintos idiomas e incluso forma de entender la vida, encontraron en el fútbol un punto en común. Ambos juegan desde hace tiempo con el mismo grupo de amigos cada semana en Mijas Costa, que es donde les conocí. Ingleses, marroquís, rumanos, argentinos, portugueses, españoles, algún que otro argelino y galés, irlandeses, polacos... el crisol de nacionalidades es fantástico.
Tras cada partido nos juntamos para tomar algo, mezclándose las conversaciones en varios idiomas, con bromas acerca de algún gol anulado o simplemente comentando los avatares de la vida. Jay es una centrocampista estupenda, esforzada, con un disparo de media distancia fabuloso. Mincho se ha decantado por la portería, mostrándose como un gato difícil de batir bajo palos.
La feliz pareja me dio mucha envidia el sábado, ya que fueron al derbi andaluz entre Málaga y Granada. Como malaguista, llevaba días pensando en el partido, al que tenía muchas ganas de acudir. Por diversas circunstancias no tuve la oportunidad, pero me alegró mucho ver en el grupo de Whatsapp la foto que ilustra este artículo con ellos dos en La Rosaleda. El Málaga llegó a colocarse 2-0 bastante pronto, con un doblete de Chupe que significó sus primeros tantos de la temporada. Además, el resultado colocaba momentáneamente líder de Segunda a nuestro equipo. Pese al ambientazo en el estadio, con cerca de 30.000 almas animando, el Granada no se amilanó, reaccionando hasta lograr el empate. Y gracias, que no anduvieron lejos del triunfo. Al menos mis amigos disfrutaron.
No tengo ni idea de cómo transcurrirá la temporada del Málaga. 8 puntos sobre 12, permaneciendo invictos, representan un muy buen comienzo, si bien tres de los cuatro encuentros los hemos disputado en casa. Quedan 38 citas llenas de trampas en una categoría durísima, repleta de históricos con urgencias y clubes como el propio Málaga que deberían estar en la élite, pero que purgan sus pecados desde hace años (a veces décadas) en Segunda o incluso en divisiones inferiores. Así pues, de poco podemos quejarnos.
Lo que sí que deseo como aficionado boquerón es tener la ocasión de celebrar algún día otro ascenso a Primera. Los dos que he vivido en La Rosaleda fueron increíbles, sobre todo aquel en la primavera de 1999 ante el Albacete Balompié. Nada me gustaría más que celebrar el próximo con Jeannie y Miguel, dos malaguistas internacionales, hijos adoptivos de nuestra acogedora tierra andaluza, a los que unió en el amor su pasión por el balón.
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