Real España Campeon de Honduras

Es la noche del 19 de Mayo del año 2007. No es un día normal. El árbitro acaba de dar el pitazo final y la locura que hay en las gradas se desata también en la cancha. Hay lágrimas por todas partes. Los de verde lloran de tristeza, los de amarillo y negro, de felicidad. Es un desahogo para una afición sufrida que ahora puede cantar “el que no salta no es campeón” y luego cuando suena el tema de Queen “we are the campions” las emociones no se pueden contener.

Si el partido terminó. La faena esta cumplida. La final sampedrana que enfrento a Real España con Marathon se ha decidido en forma dramática. El juego de ida favoreció a los “esmeraldas” con un 2-1 en el Estadio Olímpico Metropolitano de San Pedro Sula. En la vuelta, en el estadio Morazán, de la misma ciudad, los “catedráticos” se pusieron al frente, con gol de ídolo, Carlos Pavón y empataron el global. Sin embargo, con el gol de Emil Martínez, la afición verdolaga vuelve a soñar. Pero ahí no queda, solo tres minutos después, Milton “Tyson” Núñez decreta el 2-1 y nuevamente hay empate. Seis minutos después Everaldo Ferreira culmina una gran jugada y ¡Pito La Máquina!

Esa famosa expresión se vuelve a escuchar. La última vez que se escucho con fuerza, fue en Diciembre del 2003. Luego de diez años de sequía el gigante despertaba. Se creía que era el renacer de un grande, que en los últimos tiempos había tenido que sufrir. Sin embargo, no fue así y a partir de ahí empezó una nueva etapa de decadencia progresiva.

Sin embargo esta vez no hubo que esperar otros diez años. La directiva entendió lo que es un proceso. Se trabajo seriamente y un equipo que hace seis meses quedo fuera de semifinales tres jornadas antes de terminar la competición regular, cambió totalmente su imagen. Gano las dos vueltas, se impuso como los grandes en semifinales y final. Tuvo al máximo artillero, al arquero y defensa menos batidos. Fue sin duda alguna el mejor equipo y con justicia alzó la copa.

En le viejo estadio que por muchos años se dejo en el olvido, la hinchada aurinegra vibró en esa mágica noche en que se alcanzó la anhelada novena copa. Los “megalocos” tuvieron su recompensa por tantas amarguras sufridas en los últimos tres años. El gigante que dormía ha despertado y esta vez en forma definitiva. La lección ha sido aprendida. ¡Salud su alteza Real!





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