Sobre el fútbol en Silvadia

Nadie que haya visitado Silvadia podrá decir que es un lugar aburrido. Todos Deben haber muerto de tedio hace largo tiempo.

Existen lugares donde la fiesta parece surgir espontáneamente, donde incluso en mitad de la miseria estalla la sonrisa y la alegría, generalmente con grandes cantidades de alcohol sirviendo de lubricante, y sazonado con un toque de violencia y algo de sexo (aunque siempre menos del que se dice, y menos del que se necesita). En otros, más prósperos, civilizados o simplemente con una mentalidad más pacata, se intentan canalizar las ganas de diversión de los sectores mas animados de su población en celebraciones más regladas y con menos peligro de convertirse en orgías colectivas (mas quisieran muchos que existiera realmente ese peligro…). Desde conciertos, obras de teatro, bailes regionales (esa especie de adelanto terrenal de lo que puede ser el infierno) a partidos de futbol.

Los gobernantes Silvadianos han debido descubrir hace largo tiempo la clave perdida de la diversión…y se encargan con todas sus fuerzas de mantenerla oculta.

El problema no es tanto que el alcohol este prohibido o que la única música que se pueda escuchar sea la que tenga mas de 500 años, y fuera escrita por algún monje sordo, ciego y castrado, preferentemente habitante de algún monasterio situado mas allá del circulo polar o en alguna montaña sobre el nivel de las nieves perpetuas. No, ni esto ni el que los trajes típicos (y obligatorios) del país llevaran mas capas de ropa de las necesarias (de las necesarias si uno quería hacer que un viaje a la Antártida se convirtiera en un delicioso paseo por el Sahara) son mas que unas leves notas de la sinfonía global.

Ese era el problema real, el conjunto. No es que la sociedad silvadiana estuviera envuelta en una atmosfera asfixiante, opresiva, anclada en un pasado rancio y detestable. No, ese límite se había traspasado hace largo tiempo. Ahora se situaba mas allá, como si después de estar una hora en una sauna, te avisan de que ya es tiempo de dejar atrás el frescor y pasar a algo más calido…

Creo que algunos de ustedes me recordaran. Ya estuve en esta página hace un tiempo, cuando les hable del origen del fútbol en San Mauricio. Desde entonces, he proseguido con mi trabajo de freelance, de mercenario de la pluma sin moral ni ética, más allá de la básica de no aguar un buen whisky. Y aunque los meses pasaron, no puedo negar que al menos en una cosa, el Café nunca cambiara, en cuestiones monetarias, deben descender de escoceses de séptima generación. Que tipos mas ratas cuando se trata de recompensar con algo de pasta un buen trabajo…

Pero dejemos de lado a esa panda de usurer…a quien paga (si eso es pagar…), y centrémonos en el tema.

Hace unas semanas, recibí la llamada de una revista de fútbol internacional. Quería encargarme un seguimiento de la casi desconocida la liga Silvadiana, y creían que tras mi periplo Mausito era el hombre perfecto.

En otras palabras, nadie quería ir allí, así que hacia falta buscar un pringado capaz de cualquier cosa por dinero…Yo.

Por supuesto, acepté. Cuando a uno le gustan las bebidas frías, las chicas calientes y los coches rápidos, o es hijo de un millonario, o tiene que buscarse la vida como sea.

Tres días después, aterrizaba en el aeropuerto de Kementary, la capital del país.

Si estuviera escribiendo una guía de viajes, les contaría que esta situada a orillas del rio Kemen, que le da nombre, que su población se acerca a los trescientos mil habitantes, y que cuenta con un hermoso centro histórico.

Pero como ni soy escritor de guías (al menos en estos momentos, uno es polifacético, sobre todo con unos cuantos verdes en la mano), ni esta en mi ánimo colaborar con las autoridades turísticas Silvadianas (entre otras cosas, porque no existen), creo que puedo resumirles lo que es la ciudad con más brevedad: He visitado cementerios con más vida nocturna.

Y diurna. Cuando al principio del texto les hacia una ligera descripción de la vida social de la nación, no me dejaba llevar por la hipérbole. He viajado mucho, he bebido en sitios inmundos, meado en lugares de los que las cucarachas huían asqueadas, incluso he dormido en habitaciones que parecían decoradas por una banda de zombies amantes del cine gore…pero todo eso no se puede comparar con lo que viví en Kementary…

O no viví, porque la sensación que realmente prevalecía a las pocas horas de estar allí, es que la ciudad era una especie de vampiro gigante, y que cada segundo que pasaba, te lo estaba robando, como si te chupara el alma…

Tras registrarme en el hotel (el único de la ciudad donde podían alojarse los visitantes extranjeros), disfruté de la bienvenida gubernamental. Dos agentes vestidos de negro, con trajes sesenteros (no, no es que fueran del estilo de esa década, es que tenían esa edad), bigotes a juego, gafas de sol y sombrero (alguien en el ministerio había visto demasiadas películas de espías, me temo), me informaron de lo que podía hacer (básicamente, nada) y no hacer (podría escribirse una enciclopedia de varios tomos) durante mi estancia. Y para que no se me olvidara, me obsequiaron con un acompañante, que me serviría de guía, intérprete y sombra permanente.

Los siguientes días, como podéis suponer, fue un quiero y no puedo constante. O sea, un quiero una cerveza (verboten¡), quiero un cigarro (verboten¡), quiero un polvo (verb…¿Qué ser un polvo? Verboteeennn¡¡¡¡).

A pesar de todo, hice progresos. La liga Silvadiana esta compuesta por dos divisiones, con una veintena de equipos entre ambas. Los más importantes del país, están todos radicados en la capital, y son extensiones de los distintos órganos de poder del estado.

Podemos mencionar al equipo del ejército (el CSKA), el de la Policía (el Dinamo), el de los sindicatos (El Partizan) y sobre todo, el Non Stop, el club de los obreros de las fábricas de señales de prohibición (principal importación del país, y con un gran mercado interno).

Casualidades de la vida, las últimas ocho ligas se la habían ido repartiendo a partes iguales y de forma armónica entre estos cuatro equipos, siguiendo un orden inamovible.

Cualquiera sospecharía algo…si estuviera permitido hacerlo. Por supuesto preguntar sobre el tema hubiera supuesto mi inmediata expulsión del país…lo cual realmente, más que un castigo era una bendición.

Pero a pesar de que se me pasó un par de veces por la cabeza terminar con la agonía de forma rápida, me debía a mis clientes (y a los montecristos que me iba a fumar a su salud).

Así que con el gaznate seco y el cerebro turbio, me concentre en mi labor.

Tras recopilar toda la información posible (no demasiada, en este país la información la repartían a cuentagotas, hasta el numero de emergencias era secreto), me dispuse a disfrutar (chisss, que no nos oigan, usar ese verbo también debe estar verboten) del acontecimiento que realmente me había llevado allí.

No, no era la clausura de la Semana nacional de grupos Folklóricos, que mis anfitriones habían insistido fervorosamente (con una insistencia que rayaba la amenaza y escasa de sutilidad) en que debía visitar. Me negué por supuesto, la idea del suicidio aun no me rondaba por la cabeza, y prefería perder mi tiempo, mis oídos y mi vista en algo más divertido y dinámico, una carrera de caracoles, por ejemplo.

A lo que me refiero, al magno espectáculo que centraba mi interés, era al derbi que ponía fin a la liga.

En el se enfrentaban, en el tétrico marco del estadio Nacional (que por fuera parecía una especie de Matadero publico, impresión que no mejoraba demasiado en su interior), el Non Stop, camiseta a rayas blanquiazules, pantalón azul, contra el Dinamo, con un desquiciado uniforme naranja (amarga, seguro) y azul .

Si las cosas iban como debían ir (y siendo los silvadianos como eran, irían), el partido lo debería ganar el Non Stop…y la liga, el Dinamo, que le tocaba. Empatados a puntos, el equipo policial tenia un mejor goal average.

Me hicieron el honor de situarme en la tribuna principal, muy cerca del palco presidencial. Así pude observar como entraba al mismo, acompañado por los presidentes de ambos club, el máximo mandatario del país, en uniforme de gala.

Poco después, dio comienzo el partido. O al menos, se pitó su inicio, porque lo que es fútbol, apenas se vio. Entre lo malo del juego, y la imposibilidad de hacerlo olvidar con algo de alcohol, se imaginaran que la primera parte pareció durar una eternidad. Mi acompañante sin embargo, no cesaba de proclamar las virtudes del balompié local, y sus valores mas característicos, Trabajo, presión y orden …parecía mas estar hablando de cómo disolver una manifestación que de técnica deportiva…

Al menos, todo tiene un final, y cuando el árbitro pitó el descanso, lancé un sonoro suspiro, que provocó una mirada poco amable de mi guardián.

Quince minutos después, y pese a mis esperanzas, el suplicio volvió a ponerse en marcha.



Al poco, al menos, llegaba el primer gol. El Non Stop sacaba de banda, un defensa cabeceaba el balón fuera del área, y allí lo recogía un fornido delantero blanquiazul (con pinta de boxeador fondón) que de un ajustado chut batía la meta del Dinamo.

Celebración por todo lo bajo (no era cosa de despertar de su siesta al presidente, que estaba roncando a gusto) en las gradas.

Al rato, vino el segundo. Saque largo del portero, lo recoge solo uno de los carrileros que en veloz carrera llega al área, donde da el pase de la muerte a un compañero.

Dos a cero…y casi todo sentenciado…o eso pensábamos.

Pero…a falta de un cuarto de hora para el final, el presidente se despierta. Seguramente con algo de ardor de estomago, solicita una manzanilla. Se la llevan con premura, pero entonces, distraído, el representante del Dinamo se levanta, tropieza con el camarero, y la infusión va a parar sobre el traje de Gala de la máxima autoridad…

Con un gesto, todo cambia. Los miembros de la guardia presidencial acompañan al camarero y al dirigente del Dinamo, fuera del palco. Mientras, alguien debe haber avisado de lo sucedido a los del césped…y empieza lo bueno.

A falta de nueve minutos, llega el tercero, el Non Stop saca una falta desde medio campo…que recoge, libre de marca (mas libre a medida que la pelota se le acercaba), un compañero al borde del área.

El tipo pierde mas tiempo celebrando el gol, de lo que tardan sus compañeros en lograr el cuarto, tras un “pase” de un rival del Dinamo, al que, como al resto de los jugadores del equipo, parecen habérsele dormido las piernas.

Nuevo saque de centro, nueva “perdida” de balón y…un defensa del Dinamo, ni el sabe como (ni sobre todo, por que), detiene el contraataque…apenas sabe lo que hace con el esférico, hasta que por suerte uno de sus rivales se le acerca, arrebatándole el mismo.

Era el quinto. El sexto, con recochineo. Con un “slalom” desde su campo, sorteando a lo Messi, pero sin tarascadas, a todo el que le sale (mejor dicho, se quita) al paso, el nueve logra la media docena.

El séptimo llega tras “jugada” por la banda izquierda.

El octavo, mirando mas no caer en el fuera de juego (total, uno duda que el trencilla fuera a pitarlo) que otra cosa. El noveno, con un par de amagos de los defensores y un pasillo por el centro.

El décimo, metiéndose hasta el salón, no fuera a fallar el tiro.

El ultimo, llegó tras un despeje del portero (mas bien habría que decir que el delantero dio en el muñeco)… ¿su última parada?

Mientras los incrédulos aficionados del Non Stop celebraban el título, se escuchó una descarga de fusilería. Fuegos artificiales…si allí gastaran de eso. Si tuviera que apostar, el comité de despedida de un par de tipos que yo se me…

Huelga decir que nada mas terminar el encuentro fui acompañado amablemente al hotel, para al día siguiente (en realidad, a mitad de la madrugada), ser conducido al aeropuerto.

Una lástima, me perdí el certamen popular de la canción Silvadiana…no creo que pueda perdonármelo en la vida.

Ah, por supuesto, y tras devolver a mi cuerpo los fluidos necesarios (una semana sin alcohol en las venas y nicotina en la garganta…no se como pude sobrevivir), envié el informe a la revista…claro esta, que algo modificado, debido a ciertas sugerencias que me hicieron cordialmente mis anfitriones sildavianos…bueno, les dejo, tengo que ver al cambio cuantos dólares son dos millones de Dinares…
-Si, el banco central, es sobre el Dinar silvadio ¿Que, golpe de estado, revolución, devaluación de la moneda, hiperinflación, que lo use para Que???

5 comentarios:

Carlos Pérez dijo...

Grande. Demasiado extraño pero me ha gustado mucho.

Un saludo!

xtaoth dijo...

Jeje, por un momento creía que escribías sobre syldavia y he estado apunto de replicarte que la capital era Klow XD.

Bromas aparte, ha sido un buen relato "basado en hechos reales", a ver cómo queda el asunto, pero espero que algo tan vergonzoso y descarado como lo que ocurrió allá no quede sin castigo.

...Es para hacer la película, al estilo 'Días de fútbol'...

Anónimo dijo...

Muy bueno

Anónimo dijo...

Muy bueno

Anónimo dijo...

Muy bueno