No acabé de entenderlo


Hay partidos en los que la crónica se escribe prácticamente sola: cuando un equipo avasalla y golea, cuando se enfrentan dos equipos con estilos muy definidos, cuando una genialidad o una acción arbitral define el partido. Hay otros partidos que no encierran ninguna lógica, por mucho que el periodista se empeñe en hincarle el diente o encontrarle un sentido místico y trascendente.

Ayer, después del partido del Madrid ante el Almería hablé con mi padre por teléfono y me preguntó qué tal había ido. Como no quería entrar en muchos detalles, le contesté con el resultado: 4-2. Ah, partido tranquilo del Madrid, entonces, me respondió. Intenté explicarle que no, aunque iba a ser difícil convencerle si empezaba hablándole del resultado abultado, de que el Madrid había dominado prácticamente todo el partido, de que había generado la mayoría de ocasiones. Opté por decirle entonces que el Almería se puso 1-2 y que, con un poco de suerte, se podría haber llevado el partido. Claro, siguió mi padre, entonces es que el Madrid empezó despistado y el Almería se aprovechó para adelantarse. No, no: todo lo contrario: el Madrid empezó avasallando y tuvo la tira de ocasiones al principio. Acabó marcando con Ramos y, cuando el partido parecía medio resuelto, de la nada remontó el Almería.
La cosa se estaba empezando a complicar para lo que en principio había sido una pregunta de cortesía. Bueno, continuó él para salir del lío, ¿y quién fue el mejor del Madrid?. Le contesté que creía que había sido Cristiano Ronaldo, que había estado con muchas ganas, había provocado (o eso vio el árbitro) un penalty y había marcado un gol. Lo malo es que también le tuve que contar que había fallado ese mismo penalty, que no había celebrado el gol de Benzemá y que se había autoexpulsado por sacarse la camiseta y por arrear una patada sin sentido. Mi padre se quedó perplejo, intentando analizar tanta información contradictoria y pensando que, quizás, mi forma de ver el fútbol era un tanto extraña, porque aquello no había por dónde cogerlo. Hubo unos eternos segundos de silencio hasta que lo rompió con un ¿qué tal el tiempo por allí?.

En la película Quemar después de leer (Burn after reading), los protagonistas se ven envueltos en una situación en la que se amontonan situaciones totalmente banales y absurdas, pero que con un cierto orden y falta de información por su parte, da lugar a lo que ellos piensan que es una peligrosísima trama de espías y documentos secretos. Los jefes de la CIA que observan el proceso dan terminado el asunto sin poder entender nada, precisamente porque, pese al barullo que se monta, no hay nada que entender. Algo parecido a lo que ocurrió con el Madrid-Almería. Y si bien los blancos están lejos de la excelencia prometida, por lo menos divierten.

4 comentarios:

Martín dijo...

Es que a veces el futbol tiene todo menos logica.

Yo estuve escuchando el partido por la radio, y saque una impresion similar a la que le comentabas a tu padre, uno de esos partidos que presuntamente deberia haber acabado rapido, con unos cuantos goles del madrid y que no se sabe como se enfangan...solo que siendo el madrid, es capaz de dar la vuelta casi a lo que sea.

Nico Iriarte dijo...

Este Madrid a veces no se le entienden muchas cosas y es por su forma tan distinta de juego, al menos asi lo veo yo.

Un saludo desde elfutbolquerido.blogspot.com

uniformes de futbol dijo...

El futbol ha variado mucho en relativamente pocos años. Ya no es lo mismo que era para nuestros padres, y nuestras percepciones son diferentes a las de ellos.

Esta crónica es muy buena, gracias por compartir ese momento personal.

kipzy dijo...

jajajaj, y lo mismo paso con argentinos san lorenzo aqui donde oberman marca un gol insolito y despues se pelea con romagnoli y se hace expulsar

muchos caudillos y pocos indios hacen que cosas como esas sucedan en el madrid cada domingo