Milagro en Boedo
En un club con unos orígenes tan genuinamente peculiares como los de San Lorenzo de Almagro al hincha le cuesta poco agarrarse a ellos ante la situación límite que reviven tres décadas más tarde. Si a principios de los 80 fueron el primero de los cinco grandes en descender (luego le seguiría Racing Club y ahora es River quien lo padece), esta vez pueden marcar el hito de ser el primero de ellos que baje por segunda vez, una deshonra a la que se resisten agarrándose a todo incluso aunque sea extrafutbolístico.
San Lorenzo cumplió un siglo hace apenas cuatro años, momento en el que brillaba con un gran equipo que soñaba con ganar por fin la Copa Libertadores, una frustración que no lograron erradicar aún pese a las buenas sensaciones que había en aquella ocasión. Pasado el relumbrón se fueron los grandes jugadores, la plantilla fue decayendo en su calidad y el equipo realizando campañas cada vez más mediocres, tanto que su promedió cayó alarmantemente hasta situarlo entre el grupo de clubes cuya permanencia en Primera peligra seriamente.
Ayer recibían a Newell’s Old Boys en el Nuevo Gasómetro. La Lepra está realizando una notable campaña, pugnando siempre arriba y aún con chances de ‘campeonar’, todo lo contrario que el Ciclón. La directiva había puesto las entradas a mitad de precio para traer a tantos hinchas a apoyar al equipo como se pudiera. El ínclito Caruso Lombardi, siempre bombero de urgencia para los grandes en apuros, envió a un recogepelotas pelirrojo (dicen que la gente con ese color de pelo da ‘mufa’) a saludar a Peratta, arquero visitante, así como a quedarse tras su portería todo el encuentro. Ni la superstición quedaba al azar.
La victoria de San Martín de San Juan el día anterior los envió a puestos de descenso directo. Azuzado por la necesidad San Lorenzo lo intentaba e incluso jugaba bien, pero cuando estás hundido cualquier contratiempo pesa una tonelada, más aún cuando se multiplican por dos. En el fútbol las buenas intenciones de nada valen si la pelota no besa la red, justo donde la enviaron Pablo Pérez y Muñoz para elevar el 0-2 al marcador tras media hora, un resultado que los ponía líderes en aquel momento.
Las caras al descanso eran un poema. La hinchada local sufría lo indecible en la grada temiéndose lo peor.
Pero tras el paso por vestuarios sucedieron algunas de esas cosas inexplicables que hacen que amemos este deporte por encima de todas las cosas. El muerto resucitó, apretó de lo lindo y entró de nuevo en el partido. Córner que bota Romagnoli, poco menos que el escudo de CASLA, Kalinski prolonga y Gigliotti se tira en plancha con todo para recortar distancias.
Corazones acelerados. Fútbol de alta tensión, muchos huevos, pelea por cada balón como si la vida fuera en ello, adrenalina al máximo. Balón a la banda, Buffarini cuelga un centro espectacular y Carlos Bueno iguala la contienda. Iban 10 minutos del segundo tiempo. Ahora sí, la hinchada cree que el milagro es posible.
Pero el tiempo transcurre inexorablemente sin que se consume la remontada. Gigliotti falla un gol cantado, Bueno la estrella contra el larguero, se ahoga el grito de gol. Llegan los últimos minutos, se piensa en la fatalidad próxima… hasta que sucede. Pelotazo a lo que salga de Bianchi, Bueno hace lo que puede por bajarla, Romagnoli deja atrás a uno, a otro, la cuelga y tras el testarazo de Gigliotti sus 10 compañeros y la parcialidad estallan. ¡¡¡Milagro!!! Abrazos, lágrimas, emoción desbordada, fútbol en su máxima expresión emocional. Al grito de “San Lorenzo es de Primera, San Lorenzo no se va…” concluyó el choque.
Tres jornadas restan para la conclusión de la temporada. San Lorenzo se encuentra antepenúltimo en la tabla del descenso, todavía con posibilidades de salir de la promoción. Anteceden en la misma a Tigre, al que visitan la próxima fecha. El Matador también es segundo en la tabla del Clausura, por lo que pelean a la vez por no bajar y por el título, cosas del fútbol argentino.
En la penúltima fecha, nueva visita a un Independiente que no se juega nada y por último recibe la visita de San Martín de San Juan, ahora mismo en promoción como ellos pero por delante por apenas 0.005 puntos, lo mismo que Atlético Rafaela.
Es lo que le queda al gran San Lorenzo de Almagro, un club de su gente con sus manías, sus santos y sus supersticiones que se agarra a la permanencia como a un clavo ardiendo. Por delante, tres finales y mucho sufrimiento. Al final del camino, la recompensa. Si la alcanzan, siempre podremos asumir que obraron otro milagro.
Comentarios
Por cierto, el que ha escrito el texto, servidor, tampoco vive en Argentina, y por las dudas, tampoco en Iberoamérica.
Un saludo