Felicidad en Gubbio
¡Qué bellas son las copas! Igualan sobre un terreno de juego que no siempre es de césped ni en grandes estadios a colosos con los más humildes, permiten realizarse gestas que de ningún otro modo serían posibles en otro escenario. Es su magia, aquella que baja a la tierra a pelear a los endiosados contra los pequeños de tamaño pero enormes en corazón. Afortunadamente cada temporada podemos disfrutar con las hazañas de unos cuantos clubes que si bien la mayoría de las veces acaban hincando la rodilla al menos consiguen que mantengamos la esperanza en los valores intrínsecos de este deporte, aquellos que cada día parecen más lejanos.
Hoy no hablaremos de las habituales copas inglesa, alemana o francesa, constante hervidero de sorpresas agradables. En esta ocasión es la denostada Coppa Italia la que nos regala una historia de aquellas que merecen la pena.
Situémonos. La competición del k.o. dio inicio en suelo transalpino a comienzos de este mes con la primera eliminatoria que disputaron 27 clubes de las dos divisiones que componen la Lega Pro así como 9 de la Serie D. Entre ellos algunos ilustres venidos a menos como Reggiana y Como (ambos cayeron eliminados en casa) así como unos más afortunados Piacenza y Foggia, a los cuales se les acabó el fuelle en la siguiente ronda.
En la segunda eliminatoria entraron en juego los 22 clubes de Serie B así como los vencedores del primer turno. La Sampdoria lo pasó bastante mal para eliminar al Alessandria, así como el Torino al Lumezzane. Tanto sufrimiento para nada, ya que también ellos caerían en la próxima estancia.
La tercera eliminatoria disputada este pasado fin de semana incluyó a los primeros integrantes de la Serie A, siendo todos aquellos que no ocuparon los ocho primeros lugares de la clasificación la pasada campaña. Ricos en historia como Bologna, Fiorentina y Genoa entraron en escena clasificándose con bastantes más apuros de los esperados. El Hellas Verona, que ya venciera 1-2 al Vicenza, siguió vivo tras igualar 3-3 en Sassuolo e imponerse en la tanda de penales. Uno de los batacazos más sonados fue la caída del Lecce 0-2 ante el Crotone. Pero mayor aún fue el sopapo que recibió el Atalanta ante su público, hincando la rodilla ante un entusiasta AS Gubbio.
Con poco más de 30.000 habitantes, Gubbio es una pequeña ciudad de la provincia de Perugia (Umbría) cuyo equipo jamás ha jugado en la máxima categoría. De hecho esta será su primera campaña en la Serie B tras más de 60 años alejado de la misma, pero tras deambular por los más profundos terrenos de juego del infrafútbol italiano ahora parece que la suerte les ha hecho un guiño. No solo han regresado a la categoría profesional, sino que vencieron a un clásico de la Serie A como el Atalanta (recién retornado) en un precioso partido en el que con su 3-4 obtuvieron derecho a pelear el próximo mes de noviembre por un puesto en los octavos de final cuando visiten al Cesena, al cual si consiguieran derrotar visitarían el sureño San Paolo para seguir con su dulce sueño.
Pero no fue una victoria cualquiera. El cuadro lombardo ha conformado una buena escuadra para no pasar demasiados apuros este año, con jugadores como el argentino Maxi Moralez (ex Racing Club y Vélez), los mundialistas Edgar Barreto (Paraguay) y Carlos Carmona (Chile) además de algunos reconocidos jugadores nacionales como Simone Tiribocchi, Nicola Amoruso o Cristiano Doni, su clásico capitán. No es un equipo de un potencial enorme, pero tampoco un plantel mediocre. Bueno, pues con todo y ello no pudieron con el modesto Gubbio, que comenzó adelantándose por medio de Bazzoffia mediado el primer tiempo. Empero, antes del descanso Maxi y Tiribocchi ya le habían dado la vuelta al asunto. Todo parecía regresar a la normalidad aunque Gianetti por partida doble puso el 2-3 nada más regresar de vestuarios dejando helado el Stadio Atleti Azzurri d'Italia.
Luego Tiribocchi vería la roja aunque Gabbiadini igualó de nuevo una contienda que se encaminaba a la prórroga hasta que a tres minutos de la conclusión Garibaldi llevó el éxtasis al pequeño pueblo del centro del país, que por una vez en su larga historia futbolera (no en vano el club fue fundado en 1910) vive días de vino y rosas. Ojalá que mantengan la buena línea, quien sabe si un día los veremos algún escaloncito más arriba.
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