Llegaron para quedarse: Borussia Dortmund
En Alemania ser hincha de cualquier club que no sea el Bayern Münich es harto complicado, especialmente si tu objetivo es competir con ellos por los títulos. Se cuentan a puñados los clubes cuya época esplendorosa les sirvió para reinar temporalmente, pero no para establecerse de forma permanente en el poder. El Hamburgo campeón de Europa de los años 80, el Nürnberg primer dominador de origen bávaro, el Schalke04 pre-Bundesliga, el espléndido Borussia Mönchengladbach de los 70 (y II), episodios aislados de Werder Bremen o Stuttgart … y en ese grupo podríamos englobar también al Borussia Dortmund, que lucha por dar un pasito más para establecerse como alternativa real.
Fue hace 40 años cuando el Bayern creció hasta convertirse en el titán que es hoy día. Sus primeros entorchados nacionales y las 3 Copas de Europa consecutivas (ay, Scwarzenbeck) supusieron el perfecto caldo de cultivo para una institución que fue aglutinando conquistas nacionales a la vez que sembraba el pánico por el Viejo Continente. Disciplina férrea desde el césped al palco, perfecta administración de recursos, aprovechamiento del entorno (pescar lo mejor de cada club para traerlo al tuyo) y una mentalidad ganadora apabullante han sido sus señas de identidad desde hace décadas, algo de lo que los Beckenbauer, Müller, Matthaus, Effenberg o Kahn pueden dar buena cuenta.
Pero cuando el ogro muniqués amenaza de nuevo con hacerse fuerte en Europa, les ha salido un grano en casa para el que no encuentran antídoto. No fue hasta los 90 que el Borussia Dortmund se erigió como posible alternativa al poder establecido. Bajo el mandato de Ottmar Hitzfield cayeron dos Bundesligas y la Champions League, coronadas con la posterior Intercontinental (ya con Nevio Scala al mando). Die Schwarzgelben, Los Negro y Oro, discutieron la supremacía nacional hasta que el Bayern les arrebató a Hitzfield, que se llevó la gloria a Münich.
Tras un breve repunte a principios de Siglo, con otro campeonato germano, un subcampeonato en la UEFA ante el Feyenoord y una delantera tan dispar como atractiva (Rosicky, Amoroso, Koller), una crisis financiera sumió al club en las tinieblas hasta tal punto que se planteó declarar la bancarrota, vendieron el nombre del estadio a una aseguradora (de ahí Signal Iduna Park) e se llegó a temer con un posible el descenso en 2006 y 2007.
Los buenos tiempos, aún recientes cronológicamente hablando, parecía que sucedieron hacía mucho. Las heridas por la pésima gestión de un club donde el hincha es tan protagonista o más que cualquiera de sus figuras y el pánico ante el riesgo sufrido suturaron muy despacio, hasta que en verano de 2008 llegó un joven entusiasta desde Maguncia que ha revolucionado la institución devolviéndolos a la vanguardia deportiva con un proyecto a largo plazo cuyo éxito es más que palpable a estas alturas. Hablamos de Jürgen Klopp.
La hora del cambio
Tras un par de buenas primeras campañas en las que el equipo finalizó 6º y 5º, la temporada anterior dieron el gran salto. Las consignas fueron una concienzuda elaboración de la plantilla (tanto que Kagawa llegó de un segunda japonés), un aprovechamiento óptimo de la cantera (Mario Götze es su mejor exponente pero no el único) y un estudio de los recursos propios para juntarlo todo en una mezcla que lleva la firma de Klopp hasta las últimas consecuencias.
Como resultado, su equipo está a punto de coronarse por segunda vez consecutiva campeón de la Bundesliga tras un inicio de temporada irregular (y una pésima participación en la Champions, todo hay que decirlo) cuyo cambio en septiembre fue tal que no pierden desde entonces. De hecho pese a la prematura caída europea, la asignatura que sin duda debe corregir "Kloppo", el equipo ha alcanzado también la final de la DFB Pokal, con lo que podría cerrar una 2011-12 gloriosa.
Momento de consolidarse
A nadie se le escapa en Westfalia que la próxima temporada puede ser clave en el futuro del club a medio plazo. Klopp sabe que está superando las expectativas pero también que el éxito debe renovarse constantemente. Y no solo eso, si se puede, debe superarse. El Borussia Dortmund tiene un buen registro histórico en las competiciones continentales, pero una vez saciada la sed en casa, toca salir fuera para seguir creciendo.
La importancia del reto la han asumido dos de las estrellas rutilantes del futuro inmediato de la selección alemana: Mario Götze ha desoído los cantos de sirena que llegaban desde Münich y Londres y ha renovado hasta 2016. Otro golpe de efecto ha sido el fichaje de Marco Reus, ya confirmado hace unos meses. Si renueva Kagawa, la segunda línea del equipo aunará juventud, calidad, velocidad, ingenio y muchísima llegada, un arma de la que muy pocos pueden presumir con tal cantidad de efectivos. ¿Cuántos entrenadores gozan de una pareja de centrales del nivel Hummels-Subotic? Incluso la suerte ha acompañado a Klopp ya que la grave lesión de Lucas Barrios ha sido suplida tan bien por Lewandowski que el polaco ha acabado arrebatándole el puesto al paraguayo.
Si Klopp consigue que no hayan más deserciones de hombre clave tipo Sahin, el Borussia Dortmund volverá a ser favorito en Alemania y entrará en esa terna de clubes que quieren derrocar la tiranía de Real Madrid y Barcelona en Europa. De hecho, si bien no se puede esperar que alcancen las semifinales de la Champions, si se les puede exigir que lo intenten, ya que el potencial da para ello. No somos pocos los que creemos que es posible que den una campanada gorda lejos de sus fronteras. De los que si somos más es de aquellos que nos frotamos las manos ante el espectáculo que promete este equipo próximamente. Acuérdense, son el Borussia Dortmund, y han llegado para quedarse.
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