Lo que Robin se llevó
Robin Van Persie, anhelo de satisfacción |
La bocanada de aire duró una eternidad, fue una sensación tan placentera como esperada cuando el árbitro decidió terminar con la paliza de un Manchester United campeón ante un Aston Villa que se llevó un KO técnico. Robin Van Persie reventó una, dos, tres veces las redes del arco donde detrás, miles de hinchas lo aclaman sin cesar. Encontró y se encontró, su lugar y a sí mismo, porque sabía que la espera por fin había llegado a su fin. Limitado y frustrado, fue otro marinero ilustre que abandonó el barco de la ilusiones comandando por el firme capitán Arsène Wenger, el maestro de mil batallas que en mares turbulentos siempre le dejó lo mejor a sus alumnos. Los más destacados, lamentablemente, decidieron partir, cansados de fracasar en la búsqueda de un tesoro con gusto añejo, pasado, ahora en manos de los nuevos ricos.
Dolió y mucho su partida, porque el añorado círculo virtuoso continuaba siendo vicioso para un Arsenal golpeado verano a verano. Con la ilusión intacta, pero con la fe marchitándose de a poco, el goleador holandés fue el último en dejar la escuela de Londres para graduarse en la fría pero contundente Manchester. Poco queda de aquel adolescente iracundo y amante del conflicto, ese extremo zurdo que tenía a la linea de cal como su fiel compañera. Ya parece haber quedado en el pasado ese delantero del tobillo cristalino, de las temporadas incompletas y de los goles con sabor a poco. Van Persie, aquel que no nació pero si se convirtió en goleador, maduró en las manos del mejor artesano y abandonó el nido cuando se dio cuenta que debía dejarlo para poder volar... y disfrutarlo.
''Watching RVP at Man Utd is like watching your ex wife with her new posh lover who is buying her everything you never could'', tal vez sea la reflexión que mejor explique el sentimiento de los dolidos hinchas gunners al ver a otro hijo pródigo brillar en otras tierras. La traición de haber pasado al clásico de la Premier League seguirá latente y será una herida que no cicatrizará. Van Persie seguramente mirará atrás y pensará en todo lo que pasó hasta que el trofeo por fin tocó sus manos sedientas de las mieles del éxito, luego de ver hecho trizas el anhelo de conquistar Inglaterra de la mano del talento forjado y sin dolares manchados de petróleo. Y a pesar que otra vez esté liderando la tabla de artilleros, fueron más que goles los que Robin se llevó. Hoy, a 320 kilómetros de su antiguo hogar y ocho años después, por fin pudo esbozar una ansiada y dulce sonrisa.
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