Cruzeiro se encamina hacia el Brasileirão

Ser hincha de un club histórico es algo precioso. Puedes presumir de palmarés y leyendas. Viajas por el mundo con su camiseta y la gente te reconoce en muchos lugares. Es una sensación muy bonita. Pero de trofeos envueltos en polvo no se vive, teniendo que renovarse la grandeza constantemente para dejar esa preciosa etiqueta de "histórico" para seguir siendo "grande". La enfermedad afecta a gran cantidad de conocidos en todo el mundo que llevan más tiempo del que desearían sin ganar los títulos realmente importantes, esto es una liga local o un torneo internacional, a ser posible el más prestigioso del continente. 

No nombraré a muchos que tendrán en mente quienes lean esto, pero sí a uno que se ajusta perfectamente a ello: Botafogo. Quizá la institución de más ídolos ha criado en Brasil (Garrincha, Heleno de Freitas, Jairzinho, Gérson, Didí, Nilton Santos, Marinho Chagas...), no siempre las figuras le han asegurado el éxito. De los cuatro grandes de Rio de Janeiro es el que menos campeonatos cariocas posee. Y respecto a títulos a nivel nacional apenas acumula dos, logrando el último en el cada vez más lejano 1995. Es por tanto una institución con una historia preciosa pero que no tiene para nada un presente ganador. 

Sin embargo este año podría ser diferente. Superado el ecuador del Brasileirão son segundos además de mantenerse vivos en Copa do Brasil, donde chocarán ante Flamengo en cuartos de final. Incluso para inusual alegría Alvinegra no solo conquistaron el estadual hace meses, sino que el mercado de fichajes no les ha lastrado demasiado (solo se marchó Vitinho al CSKA Moscú). Sí, cabía la esperanza, quizá hasta anoche.

Cruzeiro, líder en solitario, recibía en Belo Horizonte al viejo Fogão, cuyo sueño era lograr una victoria que redujera distancias en la tabla. Pero para no variar un ápice lo que sucede siempre que Botafogo aspira a algo serio en el encuentro sucedió de todo... me refiero a todo lo malo que le podía suceder a los Alvinegros:

                      

Un golazo de Nilton en el descuento del primer tiempo, un penalti errado ¡por Seedorf!, otro penalti en contra tras pérdida en la banda en el tramo final e incluso la resurrección del mejor Baptista que se recuerda en mucho tiempo, autor de un doblete en los últimos minutos. El lapidario 3-0 se antoja injusto, no porque Cruzeiro no mereciera vencer (en términos globales diría que sí), sino por la gran diferencia en el marcador, demasiada para las ocasiones de cada uno sobre el césped.

La Raposa, que está emulando al equipo campeón de 2003, suma así su octavo triunfo consecutivo en el Brasileirão, aumentando a siete los puntos de diferencia respecto a Botafogo, único aspirante por el momento a fastidiarle la fiesta. Por suerte para los hinchas del Fogão aún quedan 16 jornadas para pelear por todo... o para llevarse un nuevo batacazo. Por ganas no será.