El torneo de los siete mares

No era la mejor tarde del mundo aquella para jugar al fútbol, ni tampoco para verlo. Me encontraba sentado en la pequeña grada lateral(Descubierta, claro, al menos que uno llevara gorro) de uno de los campos de hierba del colegio Salesiano de mi barrio, a uno de cuyos equipo entrena(vale, es segundo entrenador en realidad, además de entrenador de porteros, medio delegado y el hombre del botiquín del equipo, pero viendo como lo vive…) mi amigo Pedro, famoso en su época de jugador por lo broncas que era, cosas de no saber perder...que me lo digan a mi, que he sido su compañero de mus durante mucho tiempo.

Pero no he venido a hablar aquí de mi amigo (ni de mi libro, no os preocupéis), sino de algo que me sucedió ese día.

Mientras me embutía aun mas en el chaquetón y me frotaba las manos para hacer frente al intenso frío( para un cartagenero al menos, que nosotros en cuando baja de quince grados estamos helados), y es que el ambiente no estaba demasiado caldeado(aunque, todo hay que decirlo, posiblemente había mas afluencia que en muchos partidos de la liga de estonia…), el equipo de mi amigo perdía (como casi siempre), los padres intentaban animar a sus hijos con cierto entusiasmo(seguramente alguno esperaba que el zagalico le sacara de pobre, pero viendo su manejo del balón, casi mejor que confiara en las quinielas…), y nuevos goles seguían lloviendo, en contra. Que merito tiene esto del fútbol aficionado, pensaba, aunque, tal vez mezquinamente, mi admiración iba más hacia los espectadores que a los chavales…

En ese momento termino el encuentro, algunos tímidos aplausos, carreras hacia el vestuario…mientras se vaciaban las gradas, ya que estábamos ahí, y como Pedrito aun tenia que firmar el acta, darles ánimos a los sus pupilos derrotados y demás zarandajas pospartido (la verdad, prefiero el tercer tiempo del Rugby), me decidí a quedarme viendo el siguiente enfrentamiento. Pero…no pude evitar la sorpresa cuando observe que lejos de la chiquillería del match anterior, quienes ahora ocupaban el terreno estaban algo pasaditos (de kilos y de años). Sobre el césped, con una uniformidad algo fantasiosa (las camisetas tenían mas o menos el mismo color, tirando a blanco en un equipo, a oscuro en el otro, pero no debía haber dos pantalones iguales, ni en color ni en talla), 14 jugadores, siete por escuadra. Y viéndoles, quedaba claro que debió haber sido complicado reunir ese numero, especialmente para el equipo oscuro, que contaba con un portero de unos 120 kilos (tirando por bajo), un par de defensas que debía rondar los sesenta(años) y que daban la impresión de tener la movilidad de Cannavaro y una delantera de impresión, mas que nada por las abundantes protuberancias mamarias (en tamaño, no en numero, que me estabais entendiendo, eh) de las que estaba dotada la la rubia jugadora. Y es que era un equipo mixto, había malos y peores. De eso me di cuenta cuanto a los 5 minutos perdían ya 2 a 0 (y porque para sacar de centro tardaban lo suyo).

A mi lado, antes de comenzar el partido, se había sentado un curioso personaje de espesa barba blanca y largos cabellos, tocado con una gorra blanca y engarzado en una tupida zamarra azul, con una muleta al lado, que se encargaba de amenizar el encuentro animando con entusiasmo a los cada vez mas atribulados chicos de oscuro.Era extranjero, de eso no cabía duda (ese Shit cuando el segundo gol…), y por esas cosas del aburrimiento y la curiosidad (y por eso de que éramos los dos únicos espectadores de la apasionante liza ) intente entablar conversación.

No fue fácil, por eso de que mi nivel de ingles es pobre (Aimsorrymaipuringlis, como les digo a los pobres britanicos que me preguntan por alguna dirección), y el suyo de castellano mas o menos similar (stupid cabrones y mas vocabulario del estilo sobre todo) pero con el idioma universal de los signos y el fútbol (¿Yuardanish?ah, Brondy, laursen, mortenorsen, laudrup, red dinamite, eurocup, butrragueño,mexico), pudimos iniciar un dialogo mas o menos coherente (mas bien menos). Y pude enterarme de quienes eran los aguerridos peloteros que estaban deleitándonos con su juego(es un decir, pero al menos le ponían ganas). Se trataba de las tripulaciones de dos buques, el Skandi Fjord, un petrolero de pabellón bahameño y tripulación mestiza (algunos nigerianos, que era de donde traían el petróleo, indonesios, oficiales noruegos y algún filipino despistado) y el navío donde mi “Amigo” el lobo de mar (marinero de primera clase, me dijo orgullosamente mientras se palmeaba vigorosamente el pecho) estaba embarcado, el buque tanque Stoc Petrea, de bandera sueca. Y lo que yo pensé que era un simple amistoso mas, resultaba ser uno mas del casi medio millar de partidos “oficiales” que formaban parte de una competición llamada el torneo de los siete mares. Según me explicaba el mismo estaba organizado por un comité deportivo de las gentes del mar (Seafarers, aunque en esos momentos yo creía que hablaba de alguna asociación de pirómanos marinos), y no solo existía competición de fútbol, sino de otras modalidades, como baloncesto, fútbol sala o tenis de mesa. Las reglas de puntuación eran algo complicadas, pero al parecer contaba cualquier resultado que se fuera obteniendo a lo largo del año(con un mínimo de seis encuentros para optar al titulo), contra cualquier barco en cualquier puerto, teniendo eso si que ser varios de ellos contra tripulaciones de distinta nacionalidad (nacionalidad de la bandera del barco, no de tripulación). El problema del Stoc Petrea, como me decía compungido el hombre, es que la tripulación era muy reducida, y encima el estaba lesionado( una patada de un jodido defensa búlgaro en Amberes, me pareció entender), y como solo miembros del mismo barco podían participar en el equipo…menos el cocinero camboyano, y este porque solo tenia una pierna, estaban jugando todos los tripulantes. Como me explico, el número de jugadores para que el partido fuera reconocido por el comité debía ser como mínimo de 7, el máximo de 11, era algo que tenían que ponerse de acuerdo antes de cada choque. Habían atracado aquella misma mañana en el muelle de Escombreras, la dársena industrial de Cartagena, junto a la refinería y los depósitos de gas natural, y rápidamente se habían puesto en contacto con la tripulación del otro buque, para intentar puntuar…pero no, y aquí me pareció verle sonrojarse, y no precisamente por el tercer tercio de cerveza que se estaba tomando, otro año mas iban a terminar sin ganar un solo partido, es mas, este año ni siquiera habían podido lograr un gol…en el tiempo que llevábamos conversando, sus compañeros habían recibido en cambio otros tres chicharros mas, y con este 5 a 0 termino la primera parte(de treinta minutos).

Me hubiera gustado seguir hablando con el hombre, pero en ese momento llego Pedro, y con pesar tuve que dejarlo, no sin antes desearle suerte. Quien sabe, tal vez otro día, en Rótterdam, Singapur, Estocolmo o Aruba, el Stoc Petrea ganaría un partido…tal vez.

Mientras marchábamos, aun le escuchaba tatarear la letra de Spanish Lady, seguramente dedicada en mi honor…o en el de alguna olvidada amiga de la noche que le hubiera prestado algún servicio, me dije, quien sabe.Casi tuve la esperanza, después de ese sucio pensamiento, que fuera el honor a ella…



Posdata: En realidad esta no es una historia real, pero tampoco se puede decir que sea completamente inventada…mi amigo Pedro existe, el campeonato de los siete mares también (de hecho leí sobre el hoy en una revista antigua, una reader digest de los años ochenta, y es lo que me dio pie a este pequeño cuento) y ciertamente, en alguna ocasión he mantenido alguna conversación de índole aun mas extraña con algún marino, de procedencia aun mas exótica (un tripulante de un submarino de la marina india, por ejemplo). Y por supuesto, el que también existe, como podéis ver en la foto superior, es el Stoc Petrea, ultimo clasificado de las ediciones 2006 y 2007 del torneo… no me negareis que no tienen merito sus tripulantes, cualquier otro hubiera dejado de participar, así que desde aquí, mi homenaje.

2 comentarios:

RDaneel dijo...

Me lo tragué entero....
Muy buena historia.

chimoeneas dijo...

muy bonita la historia. tan posible que a medio leerla ya tenía dudas sobre si era real o no. es impresionante la cantidad enorme de historias que ocurren en el mundo... y sólo en el fútbol.

me han encantado murcianismos como "zagalico"