Campeón del mundo, campeón de todo
Nuestros padres hablaban del Madrid de Di Stéfano, de la Holanda y el Ajax de Cruyff, del Brasil de Pelé y de 1982 y de muchos otros equipos legendarios, mientras a nosotros sólo nos quedaba hacer volar nuestra imaginación para recrear aquellos onces invencibles y mágicos o (los más desconfiados) concluir que nuestros padres eran una panda de exagerados. A nosotros, muy seguramente, nos tocará contar historias del Barça de Guardiola, aquel equipo que ganó las seis copas en juego en 2009 y (lo más importante) que lo hizo con un juego propio, reconocido, ilusionante.
El último escalón hacia esa gloria blaugrana, la final del Mundial de clubes, quizás no tenga la solera y pomposidad de una final de Champions (o de Libertadores) y quizás no fue el mejor partido de la historia, pero acabó siendo un gran partido. Ante todo porque en él se enfrentaron dos estilos contrapuestos, pero sinceros y comprometidos: el de toque y posesión del Barça y el solidario y defensivo del Estudiantes. Ambos fueron fieles a sus respectivas formas de jugar hasta el final y lo interesante es que, pese a la abrumadora superioridad catalana en juego, en posesión y en ocasiones, el partido se lo pudo llevar cualquiera de los dos.
Se presentaba el Barça en Abu Dabi con una deuda histórica que saldar y la cuestión no resultó precisamente barata. El partido se desarrolló como todo el mundo esperaba, con la diferencia de que el Barça, más lento, menos imaginativo, no supo traspasar el muro de un Estudiantes magistral en defensa. Peor aún, en el minuto 37, el delantero pincha Boselli justificó su presencia cazando de cabeza uno de los pocos centros que le llegaron, adelantando a un eficacísimo Estudiantes.
Tras el descanso, Guardiola se la jugó sustituyendo a Keita por Pedro, un cambio que resultó trascendental, aunque fuera a largo plazo. El Barça empezó a encadenar mejor sus jugadas, ayudado por un Estudiantes que reculó, pero con el mismo resultado. Hasta que, finalmente, a falta de un minuto para el final, Pedro consiguió batir de cabeza a Albil. Siempre Pedro. A falta de juego exquisito, llegó la épica para rescatar al Barça, como ya ocurrió ante el Chelsea.
Para la prórroga el guión estaba todavía más claro: Estudiantes, más tocado físicamente, se encerró buscando los penalties y el Barça buscó el segundo gol. Un segundo gol que llegó en la segunda parte, con Messi (algo apagado hasta el inicio del tiempo extra) lanzándose para rematar un centro de Alves. Gol con el pecho, gol con el corazón, gol con el escudo. Más simbólico imposible.
Y así se coronó el Barça campeón del mundo y campeón de todo. Lo hizo con el valor añadido de vencer a un Estudiantes que, con su estilo, le plantó cara hasta el final. Porque los de La Plata también hicieron un partido maravilloso, conservando el gen competitivo, defensivo, solidario que lo llevó a lo más alto en los 70, pero sin caer en el juego violento de aquella época.
Ahora sólo cabe preguntarse si el futuro del Barça, como afirmó Guardiola, se presenta, por comparación, negro. No lo creo, pero, en todo caso, siempre quedará un pasado, un año, que recordaremos y haremos recordar.
Dedicado a Atzin, para que algún día le cuente esta historia a Aurora.
Comentarios
Ah, y yo firmaba tener el negro futuro del Barcelona, pero ya...
Me remonto al partido de la semifinal del certamen cuando Atlante cuyo fuerte no es defender le complico la vida durante el primer tiempo a los tambien azulgranas y en la presente final cuando un equipo mas fisico como Estudiantes estuvo a dos minutos de hacer lo aparentemente imposible.
Hay que tomar en cuenta tambien que ni Atlante ni Estudiantes son lo mejor de la liga en sus respectivos paises como si lo es el Barça en España.
La diferencia fue la contundencia, el Atlante tambien cuando el partido fue equilibrado tuvo otras tres y no anoto pero los españoles si lo hicieron lo que a la postre se reflejo en el marcador final.
Coincido plenamente: algún día narraremos, con la misma nostalgia y orgullo con que lo hacen nuestros padres, que nosotros tuvimos la fortuna de ver jugar a este súblime Barcelona.
Un abrazo.
M
Lo de Pedro increible, ha pasado de Pedrito a San Pedro.
Habrá que ver si marca época en sentido estricto de la palabra, aunque hoy en día es más dificil dominar y avasallar durante tres o cuatro años, como hizo por ejemplo el Milan de Sacchi/Capello, y casi el Dream Team de Cruyff o la Quinta del Buitre. Y además, me da a mi que Guardiola (uno de los mayores factores del éxito) no va a durar mucho en los banquillos. Yo me acuerdo que no era dificil allá por la mitad de los 90 ver a niños jugando en las calles de mi barrio (en Madrid) chillando "la lleva Laudrup... marca Romario...". Ahora no sabría decir si eso pasa (entre otras cosas porque creo que los niños ya apenas juegan en las calles), pero sí sé que casi todo el mundo admira a Xavi e Iniesta, a Piqué, incluso Puyol. Messi es un héroe algo más neutro a la hora de despertar pasiones. Ya ya lo flipé en abril con el grito que pegó todo el bar (y casi todo el barrio) con el gol de Iniesta cuando estaba viendo el Chelsea - Barça, y que casi nadie pedía los penaltis que reclamaba el Chelsea. En mi vida había visto eso en Madrid. Y eso se consigue enamorando y siendo dignos de admiración.