Atlético de Madrid: la circunstancia real
Cuando el verano pasado comencé a colaborar con una web de cuyo nombre no quiero acordarme, me encomendaron la misión de realizar la cobertura del Atlético de Madrid para la temporada que se encontraba a punto de iniciarse, lógicamente la misma que agoniza hoy día.
Aquella aventura me llevó a un contacto directo con una realidad de entrenamientos, partidos, etc..que ya comenzaba a olvidar, pero anoche, mientras en Punto Pelota y Futboleros se devanaban los sesos analizando la salida del Kun Agüero del club colchonero, me asaltó un recuerdo de esa época.
Ocurrió en el único entrenamiento abierto a la prensa que se celebró en el Vicente Calderón antes de la Supercopa de Europa, el domingo anterior. Aquel era el primer día que este que os habla se dirigía para cubrir in situ la información del equipo colchonero, quienes por cierto venían de realizar una pésima pretemporada y parecían llegar a la cita de Mónaco como mero corderito dispuesto a ser avasallado por el Inter de (entonces) Rafa Benítez. Las conversacíones fluyeron por diversos derroteros, pero ahorraré morralla para centrarme en lo puramente futbolístico.
Uno de los temas que allí comentábamos se centró en Diego Forlán, quien venía de realizar un mundial espléndido y al que muchos de los allí presentes veían casi indiscutiblemente como futuro Balón de Oro, mientras que algunos como yo argumentábamos el peso que tendrían el buen mundial de Iniesta, y sobre todo, su papel en la final. De Messi no se pronunció ni su nombre, curiosamente. Curiosamente también, en el entrenamiento se observó cómo el rubio uruguayo no se encontraba precisamente en un momento efervescente, pero a aquello se le quitaba importancia. Lógicamente, el esfuerzo del mundial aún le pasaba factura al "Cacha", pero era un "futbolista imprescindible para el Atlético".
Otro de los temas fue David de Gea, del que más de uno aseguraba que el Atleti había tenído con él la misma suerte que el Madrid tuvo con Raúl o Casillas. Encontrar un chaval de la casa, en el momento oportuno, ofreciendo semejante rendimiento, y del que además se podían esperar al menos 10-12 años de primer nivel, cerrando el debate de la portería. Un alguien que, incluso, seguía en plena evolución. Toda una futura institución.
Y finalmente llegamos al Kun Agüero, al que sí se veía con esa chispa con la que no contaba Forlán aquella mañana de agosto. Fino pero poderoso físicamente, con una actitud irreprochable, Agüero se dirígía hacia su mejor temporada como rojiblanco. Alguno decía de él que este tenía que ser su año, pero que si el Atlético no entraba en Champions, ojo con él.
Parece que al que dijo esta frase, no le faltaba razón.
Han pasado casi diez meses desde aquella mañana de agosto, y el panorama del Atlético tiene poco que ver con todo aquello. La Europa League se ha convertido en un recuerdo que se sabe fue muy dulce, pero al que ya parece que no se le saca el sabor. De Gea parece que se va al Manchester United, Quique Sánchez Flores se va del club casi por la puerta de atrás, Diego Forlán ha pasado de ser un futbolista top a ser señalado por todos tras una campaña peor que discreta, y Agüero publica un texto en su página web oficial afirmando que es la hora de partir.
A menudo vemos como desde los medios, incluso desde parte de los aficionados al fútbol, se toma el Atlético como el club al que le pasa todo lo malo que le puede pasar. Pero anoche, al verme asaltado por ese recuerdo, tuve lo que en psicología se llama un "insight", se me encendió la bombilla. El Atlético no es una víctima de las circunstancias, es la propia circunstancia. Es decir, el mejor reflejo del panorama actual para el segundo escalón del fútbol mundial, ese que se encuentra a nivel institucional y deportivo un peldaño por debajo de los cinco o seis grandes del continente pero por encima de muchísimos otros, tanto por recursos, como por historia.
Dirigentes con la mente en sus negocios y en mantener la poltrona por encima de lograr objetivos deportivos, jugadores que ven cómo el fútbol se va dividiendo entre esos "clubes Top" y el resto, y solo ven posible alcanzar los principales títulos (Ligas y Champions) entrando en esa jaula de oro. Clubes que parten en clara desventaja por un reparto vergonzoso de los derechos de televisión.Jugadores que se abandonan a si mismos ante entrenadores que no empatizan con ellos y que ven como su tren se aleja de la estación. Y aficionados que solo son tomados en cuenta para que pongan su parte económica. Para que aflojen la pasta, hablando en castizo.
Esa parece la tendencia del fútbol europeo y español. Históricamente este fenómeno (los mejores equipos fichando a los mejores jugadores) no es nuevo, estaremos todos de acuerdo, pero en los últimos años ese factor aumenta exponencialmente, polarizando el deporte a pasos agigantados y quedan en el camino las esperanzas de clubes, jugadores y aficionados que ven como el pastel se lo comen principalmente otros, siempre los mismos, año tras año. Esos jugadores, y cada vez serán más, intentarán meter la cabeza en ese estrato balompédico a cualquier precio, sabedores de lo corta que es la carrera de futbolista, y han acabado suponiendo no ya una "escocialización" del fútbol nacional, sino la consolidación de un oligopolio a nivel europeo. Su paso por otros clubes acaba reduciendo a estos, a ese segundo peldaño, al papel de vivero para el desarrollo de los que sí les sirven.
No solo se trata de Agüero y De Gea. Se trata también de Rossi y el Villareal. Se trata de Sahín y el Dortmund, pese a ser campeones de liga. Se trató de Berbatov y el Tottenham. Se trató de Villa y el Valencia o de Alves y Keita en el Sevilla.
El Atlético es el reflejo más auténtico del fútbol que tenemos y que tendremos. Es el sincero que le dijo al Rey de la fábula que estaba desnudo, mientras el resto disimulaba.
Aquella aventura me llevó a un contacto directo con una realidad de entrenamientos, partidos, etc..que ya comenzaba a olvidar, pero anoche, mientras en Punto Pelota y Futboleros se devanaban los sesos analizando la salida del Kun Agüero del club colchonero, me asaltó un recuerdo de esa época.
Ocurrió en el único entrenamiento abierto a la prensa que se celebró en el Vicente Calderón antes de la Supercopa de Europa, el domingo anterior. Aquel era el primer día que este que os habla se dirigía para cubrir in situ la información del equipo colchonero, quienes por cierto venían de realizar una pésima pretemporada y parecían llegar a la cita de Mónaco como mero corderito dispuesto a ser avasallado por el Inter de (entonces) Rafa Benítez. Las conversacíones fluyeron por diversos derroteros, pero ahorraré morralla para centrarme en lo puramente futbolístico.
Uno de los temas que allí comentábamos se centró en Diego Forlán, quien venía de realizar un mundial espléndido y al que muchos de los allí presentes veían casi indiscutiblemente como futuro Balón de Oro, mientras que algunos como yo argumentábamos el peso que tendrían el buen mundial de Iniesta, y sobre todo, su papel en la final. De Messi no se pronunció ni su nombre, curiosamente. Curiosamente también, en el entrenamiento se observó cómo el rubio uruguayo no se encontraba precisamente en un momento efervescente, pero a aquello se le quitaba importancia. Lógicamente, el esfuerzo del mundial aún le pasaba factura al "Cacha", pero era un "futbolista imprescindible para el Atlético".
Otro de los temas fue David de Gea, del que más de uno aseguraba que el Atleti había tenído con él la misma suerte que el Madrid tuvo con Raúl o Casillas. Encontrar un chaval de la casa, en el momento oportuno, ofreciendo semejante rendimiento, y del que además se podían esperar al menos 10-12 años de primer nivel, cerrando el debate de la portería. Un alguien que, incluso, seguía en plena evolución. Toda una futura institución.
Y finalmente llegamos al Kun Agüero, al que sí se veía con esa chispa con la que no contaba Forlán aquella mañana de agosto. Fino pero poderoso físicamente, con una actitud irreprochable, Agüero se dirígía hacia su mejor temporada como rojiblanco. Alguno decía de él que este tenía que ser su año, pero que si el Atlético no entraba en Champions, ojo con él.
Parece que al que dijo esta frase, no le faltaba razón.
Han pasado casi diez meses desde aquella mañana de agosto, y el panorama del Atlético tiene poco que ver con todo aquello. La Europa League se ha convertido en un recuerdo que se sabe fue muy dulce, pero al que ya parece que no se le saca el sabor. De Gea parece que se va al Manchester United, Quique Sánchez Flores se va del club casi por la puerta de atrás, Diego Forlán ha pasado de ser un futbolista top a ser señalado por todos tras una campaña peor que discreta, y Agüero publica un texto en su página web oficial afirmando que es la hora de partir.
A menudo vemos como desde los medios, incluso desde parte de los aficionados al fútbol, se toma el Atlético como el club al que le pasa todo lo malo que le puede pasar. Pero anoche, al verme asaltado por ese recuerdo, tuve lo que en psicología se llama un "insight", se me encendió la bombilla. El Atlético no es una víctima de las circunstancias, es la propia circunstancia. Es decir, el mejor reflejo del panorama actual para el segundo escalón del fútbol mundial, ese que se encuentra a nivel institucional y deportivo un peldaño por debajo de los cinco o seis grandes del continente pero por encima de muchísimos otros, tanto por recursos, como por historia.
Dirigentes con la mente en sus negocios y en mantener la poltrona por encima de lograr objetivos deportivos, jugadores que ven cómo el fútbol se va dividiendo entre esos "clubes Top" y el resto, y solo ven posible alcanzar los principales títulos (Ligas y Champions) entrando en esa jaula de oro. Clubes que parten en clara desventaja por un reparto vergonzoso de los derechos de televisión.Jugadores que se abandonan a si mismos ante entrenadores que no empatizan con ellos y que ven como su tren se aleja de la estación. Y aficionados que solo son tomados en cuenta para que pongan su parte económica. Para que aflojen la pasta, hablando en castizo.
Esa parece la tendencia del fútbol europeo y español. Históricamente este fenómeno (los mejores equipos fichando a los mejores jugadores) no es nuevo, estaremos todos de acuerdo, pero en los últimos años ese factor aumenta exponencialmente, polarizando el deporte a pasos agigantados y quedan en el camino las esperanzas de clubes, jugadores y aficionados que ven como el pastel se lo comen principalmente otros, siempre los mismos, año tras año. Esos jugadores, y cada vez serán más, intentarán meter la cabeza en ese estrato balompédico a cualquier precio, sabedores de lo corta que es la carrera de futbolista, y han acabado suponiendo no ya una "escocialización" del fútbol nacional, sino la consolidación de un oligopolio a nivel europeo. Su paso por otros clubes acaba reduciendo a estos, a ese segundo peldaño, al papel de vivero para el desarrollo de los que sí les sirven.
No solo se trata de Agüero y De Gea. Se trata también de Rossi y el Villareal. Se trata de Sahín y el Dortmund, pese a ser campeones de liga. Se trató de Berbatov y el Tottenham. Se trató de Villa y el Valencia o de Alves y Keita en el Sevilla.
El Atlético es el reflejo más auténtico del fútbol que tenemos y que tendremos. Es el sincero que le dijo al Rey de la fábula que estaba desnudo, mientras el resto disimulaba.
Comentarios
Quizás una manera de crecer sea vender al Kun, a De Gea y a Forlán, pero si lo que parece que se pretende hacer con 45 kilos (por poner la cifra sólo de la claúsula del Kun) es fichar 10 jugadores de 4 kilos, no van a ningún lado. Quizás pretender competir y ponerse al nivel de Barça y Madrid sea quimérico, pero da la impresión de que ni siquiera quieran competir con Valencia, Villarreal, Sevilla o Ath. Bilbao. Les basta quedarse en el escalón del segundo nivel. Además, el Atleti vive en la esquizofrenia permanente de querer ser grande, pero no hacer lo necesario para serlo. Por ejemplo, si hay que vender al Kun, se le vende, sea al Madrid o a los Padres Salesianos.
Al final toda esta falta de ambición y planificación cobarde hace que sea imposible retener buenos entenadores y jugadores, o atraer a nuevos entrenadores y jugadores.
Bueno, voy a toda mecha, y posiblemente no me hay explicado muy bien, ni tocando todo lo que quería tocar, pero espero que se entienda por dónde voy. Tengo un amigo colchonero y cuando le menciono esto de la falta de ambición se molesta, pero yo creo que es porque no lo quiere ver ni reconocer.