Las caras amargas del deporte

Ayer como cada noche antes de acostarme eché un vistazo rápido a la prensa. La sensación no pudo ser más desoladora, llevándome tres noticias de distinto calado que me afectaron, y de las cuales sin pretender ser frívolo voy a dejar plasmadas mis sensaciones en las siguientes líneas. 

Lo primero que advertí es la baja definitiva de David Villa para la Eurocopa. Para que el amigo lector se dé cuenta del aprecio que tengo por el delantero culé, solo diré que tengo su camiseta de la selección española con el número 7 a la espalda. Lo dice un raulista de toda la vida, aunque por más que se empeñe alguna gente no veo la contradicción por ningún lado: pasó la etapa de uno, pasará la del otro y yo seguiré apreciándolos como los genios que son. 

La ausencia de Villa, máximo goleador de la pasada Eurocopa, del pasado Mundial y de la historia de La Roja, es más que significativa. Aplaudo su decisión, sacando del apuro a un Del Bosque que quiso esperarlo hasta el último momento. Y si bien se le echará de menos, estoy convencido de que ello debe abrirle las puertas definitivamente a Adrián, toda vez que doy por seguros en la lista a Llorente y Torres. 

Defiendo y promociono la convocatoria del joven punta colchonero ya que salvando las distancias que su margen de progresión acabará por pulir, creo que es el perfil más adecuado para sustituir al Guaje. Puede partir de la banda o acabar insertándose arriba, como ya hizo con exitoso resultado con la Sub21 el año pasado. Desborde, técnica, picardía, habilidad y mucha hambre creo que son algunas de las mejores cualidades de un jugador que los próximos debe ser un fijo en el combinado nacional. Ánimos pues a Villa para el próximo curso, aún le queda tiempo para seguir engrosando sus cifras. Y atención a Adrián, al que espero que Del Bosque acabe llevando a la Eurocopa. 

Hasta siempre Pitina. ¿Adiós Gio? 
Lo más desagradable me lo llevé tras percatarme de la baja de Villa. Había fallecido de un infarto María Ángeles Sandoval 'Pitina', la mujer de Florentino Pérez (presidente del Real Madrid). Ayer fue un día frenético para el máximo mandatario merengue. En las oficinas del club se amplió el contrato de Mourinho, el cuál luego se reunió con el padre de Higuaín para tratar su futuro. Si bien Florentino no estaba ahí, seguro que estaba al tanto de todo ello. 

Posteriormente mientras se personaba en la presentación de un libro de temática madridista de un conocido periodista deportivo recibió la noticia del fallecimiento de su esposa. Sé que quizás éste no es el lugar más apropiado para hablar de ello, y seguramente no haya encontrado las palabras más apropiadas, pero desde aquí le mando mi humilde pésame a Florentino Pérez y toda su familia, uniéndome al dolor de todo el fútbol nacional por la inesperada pérdida de una persona tan joven (apenas 62 años). Descanse en paz.

Y aunque sé que no es lo mismo y esperando que no me tachen de frívolo, la última de la noche me la llevé echando una ojeada a Twitter. Giovanni Moreno, el talentoso atacante colombiano de Racing de Avellaneda, fue amenazado ayer a punta de pistola por un capo de la barrabrava del equipo académico. Le apoyaron el arma en la rodilla exigiéndole que abandone el club si no quiere “tener problemas”, porque si no “le iban a pegar un tiro y a arruinarle la carrera”. A su lado se encontraba el joven paraguayo Santander, que declaró sentirse asustado tras lo sucedido. 

Asco, mucho asco, indignación e impotencia se siente antes situaciones así. Esa basura es la gente que se ha cargado el fútbol argentino los últimos años, auspiciados por unas directivas que avergüenzan los colores que defiende su club. Ojalá un día estas noticias queden en anecdóticos recuerdos de aquellos miserables que desean la cárcel ante un incuestionable inadaptación social. Hasta entonces, como hincha de Racing Club solo puedo dar gracias a Gio por lo que ha hecho por nosotros todo este tiempo. Con un panorama así, entenderé perfectamente que al término del campeonato se marche a un destino en el que jugar no implique arriesgar su vida ni la de los suyos. 

Villa, Pitina, Gio. Son tres de las caras más desagradables que ofrece el siempre festivo y animoso deporte. Una ausencia llamativa, una persona del ámbito que nunca volverá pero a la que todo el mundo respetaba y mostraba su aprecio, y alguien que ve amenazada su vida y la de su familia porque un grupo de simios descerebrados piensa que la integridad de alguien a quien supuestamente ‘bancan’ no vale nada con tal de que gane su equipo. Esperemos que las noticias tristes hayan llegado hasta aquí, el deporte y la vida son otra cosa.

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