Iniesta es el sol

Nadie pudo con el genio albaceteño.
Y todo gira en torno a él en la selección española. El hombre de los goles emblemáticos, el que nos hizo creer que algo grande se estaba gestando con su derechazo a la escuadra en la guarida de los ingleses en Old Trafford en 2007. El mismo que nos coronó a los españoles campeones en julio de 2010 en Sudáfrica ante los Países Bajos. Y sin embargo más allá de algunos goles tan importantes como significativos, lo suyo es el control del juego.

Todos flotan en torno a él, el que inventa, el que bate líneas a la vez que aglutina rivales para generar espacios para el resto. Partiendo del interior izquierdo es el principal catalizador del juego de España, el cual bien entendido por sus presumibles compañeros de sector (Alba desde atrás, Nolito por delante) puede otorgar a la selección muchos réditos.

Él ha sido el mejor, aunque no sería justo olvidarse de la verticalidad de Nolito (el heredero de Villa), de la inquietante pero mágica paciencia de Silva, de la gran cantidad de registros que ha ofrecido Morata o del excelente momento de forma de la pareja de centrales. Que ellos hayan sido los más destacados no quita que sus compañeros hayan rendido a buen nivel también. De Gea ha respondido con sobriedad en lo poco exigido que ha estado. Juanfran ha cumplido, si bien Alba ha sido más punzante. Busquets ha barrido con su solvencia habitual, y quizá solo Cesc ha desentonado, aunque hay que reconocerle al menos el saber estar para evitar un gol cantado de los checos.

Aduriz ha aportado el gol que no marcó. Suena raro, pero me refiero a que parecía el único consciente (Morata incluido) de que este juego se trata de introducir el balón en las mallas. Ha gozado de un par de ocasiones en las que ha dejado claro que él no tiene dudas: buscará el tanto por todos los medios. A Pedro no le ha dado tiempo a demasiado. Tampoco es que Thiago haya cambiado mucho el panorama que le dejó Cesc. ¿Entonces?

Pues tuvo que ser él, en la agonía de una segunda parte monodireccional (como casi todo el encuentro), el que viera con claridad donde había que ponerla. Centro suave, medido a ese lugar al que no podría llegar a tiempo Cech pero sí uno de nuestros rematadores. Su compañero en el Barça, Piqué, la clavó contundentemente junto al poste, imposible para el inmenso portero rival. Tras muchos balones colgados, el de siempre fue el que lo vio más claro. Sobre él giramos, y a él nos encomendamos. Iniesta es el sol, el que nos da la vida.

El viernes a las 21h, siguiente asalto ante Turquía, que perdió ayer contra Croacia.

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